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Los Estados multiétnicos y la protección de los derechos de las minorías

El fantasma del racismo
Racismo y pueblos indígenas

     "El racismo ha sido históricamente una bandera para justificar las empresas de expansión, conquista, colonización y dominación y ha marchado de la mano de la intolerancia, la injusticia y la violencia."
     
  - Rigoberta Menchú Tum, Dirigente indígena guatemalteca, laureada con el Premio Nobel de la Paz, en el simposio
        "El problema del racismo en el umbral del siglo XXI"

"Doctrinas del despojo" - El racismo contra los pueblos indígenas

Historiadores y académicos coinciden en que la colonización del Nuevo Mundo conoció manifestaciones extremas de racismo: matanzas, traslados a marcha forzada, las "guerras indias", la muerte por inanición y enfermedades. Hoy día, esas prácticas se denominarían depuración étnica y genocidio. Lo que para la mentalidad contemporánea parece aún más espantoso es que la subyugación de los pueblos autóctonos del nuevo mundo estaba legalmente autorizada. Según expresó Erica Irene Daes, Presidenta/Relatora del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Poblaciones Indígenas, en un estudio sobre los pueblos indígenas y su relación con la tierra, las "leyes" del "descubrimiento", la "conquista" y la "terra nullius" constituyeron las "doctrinas del despojo".

En el siglo XV, concretamente, dos bulas papales crearon el marco para la dominación europea del nuevo mundo y de África. En Romanus Pontifex, concedida por el Papa Nicolás V al Rey Alfonso V de Portugal en 1452, se declaró la guerra contra todos los que no fueran cristianos en todo el mundo y, concretamente, se autorizó y promovió la conquista, la colonización y la explotación de naciones no cristianas y de sus territorios. En Inter Caetera, concedida por el Papa Alejandro VI en 1493 al Rey y la Reina de España a raíz del viaje de Cristóbal Colón a la isla que llamó La Española, quedó oficialmente establecido el dominio cristiano del nuevo mundo. En esta bula se autorizaba la subyugación de los habitantes autóctonos y de sus territorios, y todas las tierras recién descubiertas y por descubrir quedaban divididas en dos: España obtenía los derechos de conquista y dominio de una parte del planeta y Portugal, de la otra. Por el Tratado de Tordesillas (1494), suscrito después, se volvió a dividir el planeta, de tal manera que la mayoría de los brasileños hablan hoy portugués y no español, como en el resto de América Latina. Las bulas papales nunca han sido revocadas, pese a que los representantes indígenas han pedido al Vaticano que considere la posibilidad de hacerlo.

Estas "doctrinas del descubrimiento" crearon las bases tanto del "derecho de gentes" como del derecho internacional posterior. De este modo, se permitió a las naciones cristianas reclamar "tierras no ocupadas" (terra nullius) o tierras que pertenecían a "infieles" o "paganos". En muchas partes del mundo, estos conceptos dieron lugar posteriormente a la situación en que se encuentran hoy muchos pueblos autóctonos: naciones dependientes o bajo tutela del Estado, cuya propiedad sobre sus tierras podría ser revocada, o "anulada", por el gobierno en cualquier momento.

Los dirigentes indígenas de hoy sostienen que es esencialmente discriminatorio que el título de propiedad indígena no conceda las mismas prerrogativas que un título ordinario. Según Mick Dodson, abogado aborigen australiano, el concepto de anulación "considera que los derechos e intereses indígenas son inferiores a todos los demás derechos". Con arreglo al derecho y a las costumbres indígenas, los intereses indígenas sólo pueden poseer un título indígena y, con arreglo al derecho que aplican desde entonces los inmigrantes europeos, el título indígena puede ser anulado.

Los pueblos indígenas del "Nuevo mundo"

Los pueblos indígenas del mundo, o "pueblos primigenios", no han seguido la misma trayectoria histórica de la colonización. En el nuevo mundo, los colonizadores europeos blancos llegaron y se asentaron sin más ni más, con resultados drásticos. Los pueblos indígenas fueron apartados y marginados por los descendientes dominantes de los europeos. Algunos pueblos han desaparecido, o están a punto de desaparecer. Según cálculos modernos, la población del siglo XV, o precolombina, de América del Norte era de 10 a 12 millones. Hacia el año 1890, se había reducido a aproximadamente 300.000. En partes de América Latina, los resultados fueron análogos; en otras, todavía existen poblaciones indígenas mayoritarias. Pero hasta en esas zonas los pueblos indígenas suelen estar en desventaja. Los pueblos indígenas de América Latina siguen haciendo frente a los mismos obtáculos que los pueblos indígenas de otras partes del mundo; primordialmente, están separados de sus tierras. Y esa separación suele basarse en distinciones derivadas originalmente de la raza.

Los pueblos indígenas del "Viejo mundo"

Entre los pueblos africanos, es evidente que hay grupos de pueblos que siempre han vivido donde están, que han luchado para mantener su cultura, su idioma y su modo de vida, y que padecen problemas análogos a los de los pueblos indígenas de otros lugares, en particular cuando se ven obligados a separarse de sus tierras; por ejemplo, problemas de pobreza, marginación, la pérdida de la cultura y el idioma y los consiguientes problemas de identidad que suelen llevar a problemas sociales, como el alcoholismo y el suicidio. Debido a estas similitudes específicas, muchas personas consideran útil y conveniente considerar pueblos indígenas a esos grupos .

Los pueblos cazadores y recolectores de la selva (pigmeos) que habitan los bosques tropicales de África central, compuestos de muchos grupos, se ven amenazados por las políticas de conservación, la tala, la extensión de la agricultura, y por las conmociones políticas y las guerras civiles. Por regla general se encuentran en el escalón más bajo de la estructura social. Es una ironía que las modernas políticas de conservación destinadas a proteger especies de animales y no a grupos de personas, prohíban la caza a muchos de estos cazadores-recolectores.

Pueblos nómadas pastores, como los maasai y los samburu de África oriental, luchan contra la intrusión de las prácticas agrícolas y de conservación en sus zonas. A medida que se les confina a espacios cada vez más reducidos, resulta cada vez más difícil para ellos mantener su ganado, especialmente en períodos difíciles, como las épocas de sequía. Se les está obligando cada vez más a trasladarse a zonas urbanas.

Los san, o bosquimanos, del África meridional en algunos casos han desaparecido, o están a punto de desaparecer, ya que han perdido sus tierras tradicionales o han sido expulsados de ellas. Gran parte de ellos permanece en Namibia, pero suelen ser pobres e incapaces de vivir el modo de vida que les es tradicional. Muchos de ellos, debido a que no tienen dónde ir, sencillamente se han quedado, y constituyen ahora la masa de trabajadores agrícolas mal pagados en haciendas asentadas en sus territorios tradicionales que son ahora propiedad de blancos o de otros africanos.

Los imazighen (bereberes) son los pueblos indígenas del África septentrional y el Sahel. Los tuareg probablemente sean los imazighen más conocidos. La mayoría de los imazighen que no han sido asimilados viven en las montañas o el desierto. En zonas del Mediterráneo se han vuelto sedentarios; los que viven en el desierto suelen ser nómadas. En nuestros días existen como pequeños núcleos lingüísticos, con poca protección cultural, si es que la tienen. Hay activistas que trabajan para mantener su idioma y su cultura.

Costo de la discriminación "con buenas intenciones"

En Australia, el Canadá y los Estados Unidos, una práctica reconocida apenas en la segunda mitad del siglo XX como discriminatoria y lesiva era la de obligar a los niños indígenas/aborígenes a dejar sus hogares. En Australia, la práctica se centraba en los mestizos. Los niños aborígenes eran arrebatados por la fuerza a sus padres y entregados a familias blancas que los adoptaban. Estos niños solían crecer desconociendo que en realidad eran parcialmente aborígenes. Hoy se les denomina la "generación perdida".

En los Estados Unidos y el Canadá, se enviaba a los niños indígenas a internados de mala fama, que siguieron funcionando hasta muy avanzados los últimos decenios del siglo XX. Su idioma, su religión y sus creencias culturales solían ser objeto de mofa. Se les prohibía hablar su lengua vernácula y con frecuencia se aplicaba el castigo físico para obligar al testarudo niño indígena a que aprendiera a hablar buen inglés. Se solía desalentar el contacto con los padres y la familia, y hasta se lo prohibía. Entre los peores ejemplos para disuadirlos de que escaparan, se decía a los niños que sus padres habían muerto, que no tenían casa a donde regresar; o, por el contrario, para desalentar las visitas de los padres, decían a las familias que los niños habían muerto. Por ironías del destino, a veces estas falsedades resultaban proféticas: hubo casos de niños que huyeron en pleno invierno, vestidos sólo con ropa de dormir, con la esperanza de encontrar el camino de vuelta a casa. Hoy se presume que se congelaron hasta morir, ya que sus padres nunca pudieron encontrarlos.

En los primeros tiempos, se hacía la defensa de este proceder alegando que era en "interés supremo" del niño indio/aborigen para aumentar sus oportunidades en el mundo moderno. El objetivo era la asimilación. Por entonces no se reconocía el valor inherente a las culturas y al saber indígenas.

En zonas apartadas, algunos internados atrajeron a un tipo de profesorado y de funcionarios que explotaban a los niños. Hay abundante documentación sobre maltrato físico y abuso sexual generalizados. En América del Norte, a medida que se han conocido los abusos, se ha identificado a las víctimas y se han hecho intentos de ofrecer reparación y de ajustar las cuentas.

Las Naciones Unidas tratan de resolver el problema de la discriminación contra las poblaciones indígenas

Las Naciones Unidas dirigieron por primera vez su atención oficialmente a los problemas de los pueblos indígenas en el contexto de su labor contra el racismo y la discriminación.

En 1970, la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías (organismo subsidiario de la Comisión de Derechos Humanos) encargó al Relator Especial Martínez Cobo, del Ecuador, que realizara un estudio sobre "El problema de la discriminación contra las poblaciones indígenas". Ese estudio monumental, que finalmente se completó en 1984, aportó documentación exhaustiva sobre la discriminación contra los pueblos indígenas en los tiempos modernos y su precaria situación. En el informe se catalogó una amplia variedad de leyes vigentes para proteger a los pueblos autóctonos: algunas eran discriminatorias en concepto y otras eran pasadas por alto como cuestión de rutina por la comunidad dominante. El resultado era que la constante discriminación contra los pueblos indígenas ponía en peligro su existencia.

En el informe se llegó a la conclusión de que algunos gobiernos negaban la existencia de pueblos indígenas dentro de sus fronteras. Otros negaban que existiera algún tipo de discriminación, lo que contradecía la realidad comprobada. Se describían casos en que las autoridades, al tratar la situación de los pueblos indígenas, revelaban sin darse cuenta lisa y llanamente su pensamiento discriminador. Por ejemplo, un funcionario de gobierno de un país de América respondió a la petición de información del Sr. Cobo sobre "medidas de protección" diciendo: "En nuestra legislación civil, los indígenas ni siquiera están incluidos entre las personas sin capacidad legal". Otro respondió: "No se inscriben en el Registro Civil, lo que equivale a que no tengan personalidad jurídica civil. Son seres sin obligaciones políticas, sociales ni económicas. No votan. No pagan impuestos". En un fallo judicial se determinó que un indígena no podía ser hallado culpable de homicidio debido a su "ignorancia insuperable", al señalar que: "Pese a que en nuestro país pertenecen a la categoría de ciudadanos con derechos y deberes. … El indígena está fuera del alcance de la Ley. No la entiende".

El establecimiento del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre las Poblaciones Indígenas en 1982 fue resultado directo del estudio de Cobo. Integrado por cinco expertos independientes, el Grupo de Trabajo se reúne todos los años en Ginebra y, hasta la fecha, ha sido el único foro del sistema de las Naciones Unidas en el que los pueblos indígenas han podido expresar sus opiniones. El Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo (1995-2004), proclamado por las Naciones Unidas, ha ayudado a centrar los esfuerzos del sistema de las Naciones Unidas en dos objetivos primordiales: la creación de un foro permanente para tratar cuestiones de las poblaciones indígenas y la redacción de una declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas. La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sigue examinando este proyecto de declaración. El Consejo Económico y Social, órgano establecido en la Carta de las Naciones Unidas al que la Comisión de Derechos Humanos presenta informes, adoptó medidas recientemente para establecer un Foro permanente para las poblaciones indígenas, que estará integrado por ocho expertos gubernamentales y ocho representantes de los pueblos indígenas. Los representantes indígenas podrán por primera vez hacer uso de la palabra directamente ante un órgano oficial establecido en la Carta de las Naciones Unidas, el Consejo Económico y Social.

Debido al interés creciente que despiertan el medio ambiente, la actividad que realizan el Grupo de Trabajo y otros órganos de las Naciones Unidas y la labor de defensa de sus intereses de la que se encargan algunos grupos indígenas y organizaciones no gubernamentales, los pueblos indígenas de todo el mundo reciben más atención de sus respectivos gobiernos. Países como el Canadá, Australia y los Estados Unidos han puesto empeño en resolver con los grupos indígenas las reclamaciones de tierras y en lograr la reconciliación por agravios del pasado, incluso los cometidos en nombre de la asimilación. En Escandinavia, los indígenas saami han establecido un foro parlamentario que trasciende sus fronteras nacionales. En África, los grupos indígenas apenas comienzan a movilizarse. En otras zonas, los grupos indígenas han adoptado posturas firmes de desafío a sus gobiernos. Y en un primer acuerdo de paz, logrado con la mediación de las Naciones Unidas en la guerra civil de Guatemala, se reconoce un papel específico a los pueblos indígenas. Pero mucho ha quedado por resolver.

Ajuste de cuentas: reclamaciones de tierras y algo más

Los grupos indígenas han logrado muchísimos adelantos al no cejar en sus reclamaciones de tierras, en particular en los toda América y en Australia. Cabe mencionar concretamente el Nunavut, el territorio más reciente y extenso del Canadá. Establecido el 1º de abril de 1999 como tierra natal de los inuit, que constituyen el 85% de su población, fue el resultado del proceso que comenzó a principios del decenio de 1970, cuando el Canadá decidió negociar asentamientos con los grupos indígenas que presentaron reclamaciones de tierras. El establecimiento del Nunavut representa una nueva etapa en la libre determinación indígena en el Canadá.

Atendiendo a los informes sobre el maltrato generalizado en el sistema de internados en escuelas, la Comisión Jurídica del Canadá publicó en 1996 un informe titulado, Restoring Dignity: Responding to Child Abuse in Canadian Institutions (Devolviendo la Dignidad: Respondiendo al Abuso de Niños en las Instituciones Canadienses). En sus investigaciones, la Comisión llegó a la conclusión de que, además del maltrato físico y el abuso sexual, era una necesidad imperiosa considerar el abuso emocional, racial y cultural. Después de que se diera a conocer el informe, el Gobierno del Canadá anunció un nuevo programa: "Cobrando fuerzas - Plan de Acción indígena". En este plan de acción se exhortaba a renovar la asociación con el pueblo indígena sobre la base del reconocimiento de los errores e injusticias del pasado, la promoción de la reconciliación, la superación de las experiencias desagradables y la renovación, así como la elaboración de un plan conjunto para el futuro. El Gobierno presentó también una Declaración de reconciliación, en la que manifestaba: "Pedimos sinceras disculpas a quienes han sufrido esta tragedia en los internados."

Lamentablemente, se ha hecho evidente que la solución de cuestiones con tanta carga emocional requerirá mucho tiempo y compromiso. Con más de 6.000 litigios en los que se está pidiendo indemnización por maltrato físico y abuso sexual, las iglesias que administran internados para el Gobierno del Canadá, y que son co-acusadas en estos pleitos, informan de que están al borde de la quiebra. Mientras tanto, algunas víctimas de esos abusos han cometido suicidio.

En otras partes de América del Norte, los Estados Unidos también están empeñados en resolver muchas reclamaciones de tierras. Algunas naciones indígenas han logrado establecer cierto grado de soberanía. Varias de ellas han establecido casinos que se han convertido en industrias multimillonarias que proporcionan empleos necesarios en zonas deprimidas económicamente, y no sólo a los residentes de la reserva.

En un caso particularmente difícil, el Gobierno Federal interpuso litigio contra el Estado de Nueva York por la adquisición y venta ilícitas de tierras pertenecientes a la nación oneida, tierras que ocupan ahora miles de disgustados propietarios de vivienda estadounidenses. Pese a que la nación oneida ha insistido todo el tiempo en que no tiene intención de apoderarse de tierras en posesión de otras personas ni de desalojar a nadie, los ánimos están muy caldeados. Se han llegado a proferir amenazas de muerte. Los cayugas, los senecas, los mohawks y los onondagas, todos haudenosaunee o miembros de la Confederación Iroquesa, junto con la nación oneida, han reclamado también propiedades en el Estado de Nueva York. Dado que la población del Estado de Nueva York es mucho más densa que en la mayoría de las demás zonas del "país indígena", probablemente esto sea difícil de resolver a satisfacción mutua de las partes .

La reserva de Pine Ridge, en Dakota del Sur, es el condado más pobre de los Estados Unidos de América. Los Estados del centrooeste son también el lugar donde se manifiesta el racismo más obvio contra los indígenas americanos. De ordinario se aduce que la justicia tiene dos niveles, uno para los indígenas americanos y otro para los "blancos". Los indígenas americanos dicen que los crímenes cometidos contra ellos, incluidos los que causan la muerte, sólo se investigan someramente, mientras que los delitos contra los "blancos", presuntamente cometidos por indígenas americanos, se enjuician con saña. Mientras tanto, siguen produciéndose manifestaciones cotidianas de racismo de características que por mucho tiempo se pensó que eran cosa del pasado, cuyos evidentes destinatarios son los indígenas americanos. Tal vez hayan dejado de existir los comedores separados del Sur, pero los indígenas americanos dicen no sorprenderse cuando se les niega el servicio en una cafetería. Sin embargo, esas experiencias de los indígenas americanos que viven en territorio indígenna no son conocidas por la inmensa mayoría de los ciudadanos de los Estados Unidos de América. Esto da pie a otra pregunta: ¿acaso los medios de información principales ofrecen menos noticias sobre el racismo de que son objeto los indígenas americanos?

Conferencia Mundial contra el Racismo

Los problemas que afrontan los pueblos indígenas ocuparán un lugar muy visible en el programa de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que secelebrará en Durban (Sudáfrica) del 31 de agosto al 7 de septiembre. Se espera que en esa reunión la comunidad internacional preste más atención a la amplia diversidad de formas modernas de racismo y discriminación. El título de la Conferencia pone en claro que la lucha contra el racismo es mucho más que una simple cuestión de color.

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