Las áreas rurales tienen un gran potencial de crecimiento económico vinculado a la producción alimentaria en los países en desarrollo y los jóvenes no deberían tener que salir del campo para obtener empleo, asegura un nuevo informe de la FAO.
El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2017, revela que entre 2015 y 2030 el número de personas entre 15 y 24 años aumentará unos 100 millones, principalmente en África subsahariana.
Sin embargo, en muchos países en desarrollo, el crecimiento de los sectores industriales y de servicios se ha quedado rezagado, y éstos serán incapaces de absorber a los nuevos demandantes de empleo que van a incorporarse al mercado laboral.
Es por ello que la FAO asegura que se necesita una profunda transformación del sector rural para aprovechar su potencial, no sólo de proveer alimentos para una población creciente, pero también para generar empleo.
«Se está reduciendo la proporción de la población empleada en la agricultura y mucha gente se está moviendo hacia los empleos informales de baja calificación en el sector de los servicios. La capacidad de crear empleo es limitada, de manera que el empleo no representa una oportunidad de salir de la pobreza para muchos», informa Marco Sánchez Cantillo, director adjunto de la División de Economía del Desarrollo Agrícola de la FAO.
Cantillo asegura que cada vez más habitantes de las zonas rurales se trasladarán a las ciudades y correrán el riesgo de sumarse a la población urbana pobre, en lugar de hallar un futuro mejor. Sin embargo, si se invierte en el sector de la agricultura, la urbanización puede convertirse una oportunidad.
«La urbanización representa una gran oportunidad para las áreas rurales, el 70% de los alimentos producidos en el mundo se consumen en las zonas urbanas del mundo. Para muchos agricultores la creciente demanda de alimentos podría resultar una gran oportunidad, quizá más importante que las exportaciones. Vincular a estos productores con estos nuevos mercados domésticos que van a tener a crecer, va a ser crucial para la reducción de la pobreza», agregó.
El estudio de la FAO establece tres líneas de acción para transformar el sector agrícola positivamente, que abarcan desde políticas públicas hasta la inversión en infraestructura que conecte los sectores rurales y urbanos de una manera más eficaz.
«La clave está en invertir en las áreas rurales pero teniendo en cuenta como estas áreas están conectadas o como debería estarlo en caso de que no lo estén, con los centros urbanos aledaños. En el reporte se propone una combinación balanceada de desarrollo de infraestructura con intervenciones de política a través del espectro urbano-rural. Está claro que se necesita infraestructura tanto para la cadena de valor alimentaria como para conectar las ciudades rurales con los pueblos aledaños», dijo Cantillo.