La tierra, el sumidero de carbono del planeta

La superficie terrestre, incluidas las montañas, colinas, mesetas y llanuras, proporciona servicios vitales, como oxígeno, alimentos y agua, que son esenciales para la vida. Además, la tierra alberga gran parte de la biodiversidad del planeta.

La tierra “desempeña una función fundamental en el sistema climático”, puesto que actúa como un sumidero de carbono, ya que sus superficies, como los bosques, regulan la temperatura del planeta y ayudan a almacenar el carbono. Solo en la última década, los ecosistemas terrestres absorbieron alrededor del 30 por ciento de las emisiones de carbono producidas por las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles.

No obstante, nuestra tierra está sometida a una presión cada vez mayor debido a la deforestación, la urbanización, el desarrollo industrial, la expansión de la agricultura y las prácticas agrícolas insostenibles, que están socavando su capacidad para sustentar la producción de alimentos, mantener los recursos de agua dulce y forestales, así como para regular el clima y la calidad del aire.

Además, el cambio climático agrava, a su vez, la degeneración de la tierra a través de la sequía, la desertificación y otros fenómenos meteorológicos extremos que aumentan en frecuencia e intensidad a medida que el planeta se calienta.
 

El estado de nuestra tierra

En la actualidad, se ha deteriorado hasta el 40 por ciento de la superficie terrestre del planeta, incluidos el 30 por ciento de las tierras de cultivo y el 10 por ciento de los pastos.

En los últimos cincuenta años, la superficie de zonas áridas en situación de sequía ha aumentado una media de más de un 1 por ciento al año, lo que ha afectado, sobre todo, a países de África y Asia. Si continuamos abusando de nuestra tierra, para el año 2050 se habría deteriorado una superficie tan grande como el tamaño de Sudamérica.

Cuando la tierra se deteriora, esta acción repercute en la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua y la salud de los ecosistemas, lo que afecta, de forma directa, a la mitad de la humanidad y provoca una pérdida de servicios ambientales por valor de unos 40 billones de dólares cada año, lo que representa casi la mitad del PIB mundial de 93 billones de dólares de 2021.

Asimismo, la degeneración de la tierra se considera “la mayor causa de pérdida de biodiversidad terrestre", que provoca la destrucción de los hábitats de muchos animales y plantas. Del mismo modo, las situaciones de degeneración grave, como la sequía y la desertificación, pueden asolar a las comunidades, lo que provoca cierta inestabilidad social y económica. Hasta 250 millones de personas tendrían que desplazarse de aquí a 2050 como consecuencia de la desertificación provocada por el cambio climático.

Tierra y cambio climático

¿Cómo afecta el deterioro de la tierra al cambio climático? El deterioro de la tierra disminuye la capacidad del suelo para almacenar carbono. Además, cuando se talan o queman los bosques, se libera el carbono que han almacenado. Un informe de las Naciones Unidas de 2018 reveló que la deforestación, por sí sola, representaba alrededor del 10 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el ser humano.

Entre 2000 y 2009, las emisiones anuales de gases de efecto invernadero procedentes de tierras degradadas representaron hasta 4400 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2); si se comparan, se considera que las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía alcanzarán su nivel más alto en 2021, con 36.300 millones de toneladas.

A medida que el planeta se calienta, los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías más largas e intensas, lluvias más fuertes que provocan inundaciones y desprendimientos, así como tormentas tropicales más frecuentes e intensas, empeoran la degeneración de la tierra.

 

The Earth is feeling the heat.Duración prevista de la sequía con cada aumento de temperatura de 0,5 °C. FUENTE: UNFCCC

El IPCC advierte que las sequías provocarán la erosión del suelo y la reducción del rendimiento de las cosechas, mientras que las inundaciones y los desprendimientos de tierra pueden destruir las tierras agrícolas y las infraestructuras. Del mismo modo, las tormentas tropicales pueden arrancar árboles y dañar los cultivos.

Las olas de calor han provocado en las últimas décadas importantes pérdidas agrícolas, incluso en los principales graneros del mundo, con importantes consecuencias para la seguridad alimentaria mundial.

Asimismo, el cambio climático provoca un aumento del nivel del mar, lo que causa inundaciones y erosión en las costas con graves repercusiones económicas, sociales y medioambientales en países y comunidades de todo el mundo, y los científicos advierten que estos impactos se agravarán en el futuro.

Sin los esfuerzos para restaurar y proteger la tierra, para 2050 se emitirían casi 70 gigatoneladas más de carbono debido al cambio en el uso de la superficie terrestre y la degradación del suelo, lo que representa, aproximadamente, el 17 por ciento de las emisiones anuales actuales de gases de efecto invernadero.
 

Cambios en la forma de utilizar la tierra
 

Tarjeta sobre la restauración de las tierras.

La buena noticia es que existen formas de corregir el deterioro de la tierra. Una de ellas es la restauración, que incluye la agroforestería, la gestión de pastos y la regeneración natural asistida, así como la protección de zonas importantes para la biodiversidad y el suministro de recursos naturales como el agua.

Las prácticas de gestión sostenible de la tierra, como el uso de sistemas de riego más eficientes y la rotación de cultivos, pueden proteger los ecosistemas y las comunidades que dependen de ellos, así como ayudar a regular los patrones climáticos locales, mejorar la calidad del agua y proteger la biodiversidad.
 

Beneficios socioeconómicos de la restauración de la tierra
 

Los beneficios económicos de la restauración de la tierra, entre los que se incluyen su impacto en la reducción de emisiones y la prevención de la pérdida de biodiversidad, podrían ser significativos y ascender hasta los 140 billones de dólares al año, lo que supone un 50 por ciento más que el PIB mundial del año 2021.

Si utilizáramos solo 1,6 billones de dólares de los 700.000 millones de dólares que se destinan al año a ayudas para las industrias de combustibles fósiles y la agricultura durante los próximos diez años, los países podrían restaurar unos 1000 millones de hectáreas de tierra degradada, lo que equivale a una superficie del tamaño de Estados Unidos o China, incluidas 250 millones de hectáreas de tierras de cultivo.

Asimismo, la tierra tiene un gran potencial para proporcionar energía renovable, a través de la bioenergía, que se produce a partir de diversos materiales orgánicos como la materia vegetal y animal. En la actualidad, la bioenergía es una de las mayores fuentes de energía renovable del mundo y representa el 55 por ciento de las energías renovables y más del 6 por ciento del suministro mundial de energía.

Además, es una importante fuente de empleo, sobre todo en las zonas rurales. El sector de los biocombustibles proporciona más de 2 millones de puestos de trabajo en todo el mundo y se espera que crezca de forma considerable en los próximos años. Sin embargo, la elevada dependencia de la biomasa, incluso con el desarrollo de equipos mejorados, contribuye a la deforestación, la degradación de la calidad del suelo y la reducción de la biodiversidad.

Para obtener más información sobre el impacto del deterioro de la tierra y la importancia de su restauración, visite las páginas web del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD).

Vea el siguiente vídeo en inglés creado por la iniciativa "Land for Life" de la CLD.
 

Para más información…

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