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Nosotros los pueblos
I. Nuevos retos para el nuevo siglo
El nuevo milenio, y la Cumbre del Milenio, ofrecen a los pueblos
del mundo una oportunidad única de reflexionar sobre su destino
común en un momento en que se encuentran más interrelacionados
de lo que nunca lo han estado. Los pueblos esperan de sus líderes
que señalen cuáles son los retos del futuro y tomen medidas
para hacerles frente. Las Naciones Unidas pueden ayudar a hacer frente
a esos retos si sus Miembros convienen en dar una nueva orientación
a la misión que deben cumplir. Las Naciones Unidas, que se fundaron
en 1945 para introducir nuevos principios en las relaciones internacionales,
han logrado mejores resultados en unas esferas que en otras. Esta es una
oportunidad de reestructurar las Naciones Unidas de forma que puedan realmente
contribuir a mejorar la vida de los pueblos en el nuevo siglo.
II. Mundialización y gestión de los asuntos públicos
Los beneficios de la mundialización son evidentes: un crecimiento
más rápido, niveles de vida más elevados, nuevas oportunidades.
Sin embargo, empieza a haber una reacción negativa porque esos beneficios
se distribuyen de manera muy desigual y porque el mercado mundial no se
apoya todavía en normas basadas en objetivos sociales compartidos.
En 1945, los fundadores establecieron un sistema abierto de cooperación
para un mundo internacional. Ese sistema funcionó e hizo posible
que surgiera la mundialización. Como consecuencia de ello, actualmente
vivimos en un mundo globalizado. Responder a este cambio es hoy día
un reto básico para los líderes mundiales.
En este nuevo mundo, los grupos y las personas interaccionan
directamente cada vez con mayor frecuencia a través de las fronteras,
sin que intervenga el Estado. Esto tiene sus peligros. La delincuencia,
las drogas, el terrorismo, la contaminación, las enfermedades, las
armas, los refugiados y los emigrantes circulan en todas direcciones con
más rapidez y en mayor número que en el pasado. La gente
se siente amenazada por hechos que ocurren muy lejos. También está
mejor informada de los actos de injusticia y brutalidad que se cometen
en países remotos y esperan que los Estados hagan algo al respecto.
Pero las nuevas tecnologías crean también oportunidades de
entendimiento mutuo y acción común. Para sacar el mejor provecho
posible de la mundialización y evitar sus peores efectos, debemos
aprender a gobernar mejor y la manera de gobernar mejor juntos.
Ello no supone la implantación de un gobierno mundial
o el eclipse de los Estados nación. Por el contrario, los Estados
han de fortalecerse. Y pueden darse fuerzas mutuamente actuando juntos
en instituciones comunes basadas en normas y valores compartidos. Esas
instituciones deben reflejar la realidad de la época, incluso la
distribución del poder. Y deben servir de foro en el que los Estados
cooperen con entidades no estatales, incluidas las empresas mundiales.
En muchos casos deberán complementarse con redes de promoción
de políticas menos estructuradas que puedan responder más
rápidamente a los cambios en los temas de debate mundiales.
Las tremendas disparidades en la distribución de la riqueza
en el mundo de hoy, las condiciones miserables en las que viven más
de 1.000 millones de personas, la frecuencia con que se desatan conflictos
en algunas regiones y la rápida degradación del medio ambiente
natural son factores que contribuyen a que no sea sostenible el actual
modelo de desarrollo a menos que se tomen medidas correctivas de común
acuerdo. Una reciente encuesta de opinión pública que abarcó
seis continentes la más amplia que se haya realizado nunca confirma
que esas medidas son las que la gente desea.
III. Un mundo sin miseria
Durante el último medio siglo ha habido ganancias económicas
sin precedentes. Pero 1.200 millones de personas viven con menos de 1 dólar
al día. La combinación de extrema pobreza con extrema desigualdad
entre los países, y frecuentemente dentro de ellos también,
es una afrenta a nuestra humanidad común. Además hace que
se agraven otros muchos problemas, entre ellos los conflictos. Por otra
parte, la población mundial continúa aumentando rápidamente,
y ese aumento se concentra en los países más pobres.
Tenemos
que tomar medidas para reducir la pobreza extrema a la mitad en todas las
partes del mundo antes del año 2015. Los siguientes sectores son
prioritarios:
- Crecimiento sostenido. Esto significa, sobre todo, lograr que
la población de todos los países en desarrollo pueda beneficiarse
de la mundialización.
- Creación de oportunidades para los jóvenes. Para
el año 2015, todos los niños han de cursar la totalidad de
los estudios primarios, con igualdad de oportunidades para los niños
y las niñas en todos los niveles de la enseñanza. Y hay que
hallar los medios de proporcionar a los jóvenes un trabajo decente.
- Promoción de la salud y lucha contra el VIH/SIDA. Las
investigaciones sanitarias han de reorientarse hacia los problemas que
afectan al 90% de la población del mundo. Para el año 2010
deberíamos haber reducido en un 25% la tasa de infección
de los jóvenes por el VIH.
- Eliminación de los barrios de tugurios. Hemos de apoyar
el plan de acción Ciudades sin barrios de tugurios, que tiene
por objetivo mejorar la vida de 100 millones de habitantes de barrios de
tugurios para el año 2020.
- La situación de África. En el informe se desafía
a los expertos y a las fundaciones filantrópicas a que luchen contra
la baja productividad agrícola de África. También
se insta a los gobiernos de los países africanos a que den mayor
prioridad a la reducción de la pobreza y se exhorta al resto del
mundo a que los ayude.
- Puentes digitales. Las nuevas tecnologías brindan una
oportunidad sin precedentes de que los países en desarrollo se salten
las primeras fases del desarrollo. Hay que hacer todo lo posible para maximizar
el acceso de sus pueblos a las nuevas redes de información.
- Solidaridad mundial. Los países ricos han de abrir más
sus mercados a los productos de los países pobres, han de proporcionar
un alivio de la deuda más profundo y más rápido y
han de prestar una asistencia para el desarrollo que sea mejor y esté
mejor orientada. Librar al mundo del azote de la pobreza extrema es un
desafío para cada uno de nosotros. No podemos menos de responder
a ese desafío.
IV. Un mundo libre del temor
Las guerras entre Estados han pasado a ser menos frecuentes. Pero
en el último decenio las guerras internas han cobrado más
de 5 millones de vidas, y expulsado de sus hogares un número muy
superior de personas. Al mismo tiempo las armas de destrucción en
masa siguen inspirando temor. Pensamos ahora menos en términos de
la seguridad como defensa del territorio, y más en términos
de protección de la gente. Debe enfrentarse la amenaza de un conflicto
mortífero en cada etapa:
- Prevención. Los conflictos son más frecuentes
en los países pobres, especialmente en los que están mal
gobernados y donde hay agudas desigualdades entre grupos étnicos
o religiosos. La mejor manera de prevenirlos consiste en promover un desarrollo
económico sano y equilibrado, combinado con el respeto por los derechos
humanos y los derechos de las minorías, y con acuerdos políticos
en que estén representados equitativamente todos los grupos. Además,
deben hacerse conocer las transferencias ilícitas de armas, dinero
o recursos naturales.
- Protección de los sectores vulnerables. Debemos hallar
mejores medios de aplicar el derecho internacional y el derecho relativo
a los derechos humanos, y velar por que las violaciones graves no queden
impunes.
- El dilema de la intervención. No debe utilizarse la
soberanía nacional para proteger a los que violan arbitrariamente
los derechos y la vida de sus congéneres. Ante el asesinato en masa,
la intervención armada autorizada por el Consejo de Seguridad es
una opción a la que no cabe renunciar.
- Fortalecimiento de las operaciones de paz. Se invita a la Asamblea
del Milenio a que considere las recomendaciones de un grupo de alto nivel
creado por el Secretario General para examinar todos los aspectos de las
operaciones de paz.
- Especificación de las sanciones. En investigaciones
recientes se ha estudiado la forma de hacer que las sanciones sean más
eficaces mediante la especificación mejor de su objetivo. El Consejo
de Seguridad debe basarse en esa investigación al formular y aplicar
regímenes de sanciones en el futuro.
- La reducción de los armamentos. El Secretario General
insta a los Estados Miembros a que controlen de manera más rigurosa
las transferencias de armas pequeñas y a que se comprometan nuevamente
a reducir los riesgos tanto de las armas nucleares existentes como de su
mayor proliferación.
V. Un futuro sostenible
Actualmente nos enfrentamos a la necesidad urgente de garantizar
que las generaciones futuras tengan libertad para llevar una vida sostenible
en este planeta, y no lo estamos logrando. Estamos saqueando el patrimonio
de nuestros hijos para sufragar prácticas insostenibles. Conseguir
que esto cambie es labor tanto de los países ricos como de los pobres.
En la Conferencia que se celebró en Río en 1992 se pusieron
los cimientos y el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que
agotan la capa de ozono es un importante paso adelante, pero en todos los
demás aspectos nuestras respuestas son demasiado escasas, demasiado
pequeñas y demasiado tardías. Es necesario que antes del
año 2002 reavivemos el debate y nos preparemos para actuar con decisión
en los ámbitos siguientes:
- El problema del cambio climático. Para que disminuya
la amenaza de calentamiento del planeta hace falta que las emisiones de
carbono y otros "gases de efecto invernadero" se reduzcan en un 60%. Ello
puede lograrse promoviendo la eficiencia energética y recurriendo
más a las fuentes renovables de energía. El primer paso sería
que se aplicara el Protocolo de Kioto de 1997.
- La crisis de los recursos hídricos. En el informe
se insta a la Cumbre del Milenio a que haga suyo el objetivo formulado
en la Conferencia Ministerial del Foro Mundial del Agua de reducir a la
mitad, antes del año 2015, la proporción de personas que
no tienen acceso al agua potable y asequible. También se insta a
realizar una "revolución azul" con el fin de aumentar la productividad
agrícola por unidad de agua al tiempo que se mejora la gestión
de las cuencas hidrográficas y las llanuras aluviales.
- Defensa de los suelos. La biotecnología puede
hacernos concebir la esperanza de que será posible alimentar a la
población cada vez más numerosa del mundo con unas tierras
de cultivo cada vez menos extensas, pero su seguridad y los efectos que
tiene para el medio ambiente son muy controvertidos. El Secretario General
va a organizar una red mundial de promoción de políticas
para intentar esclarecer esas cuestiones y evitar que los pobres y hambrientos
sean los perjudicados.
- Preservación de los bosques, la pesca y la diversidad
biológica. La conservación es vital en todos esos ámbitos.
Los gobiernos y el sector privado deben colaborar en su apoyo.
- Una nueva ética de la gestión. El Secretario
General recomienda cuatro prioridades:
1) Educación de la población;
2) "Contabilidad verde", con el fin de integrar el medio ambiente
en las políticas económicas;
3) Normativas e incentivos;
4) Datos científicos más precisos.
Tanto las personas como los gobiernos deben comprometerse a adoptar
una ética nueva de conservación y gestión.
VI. Renovación de las Naciones Unidas
Sin una Organización fuerte, será mucho más
difícil hacer frente a todos estos problemas. El fortalecimiento
de las Naciones Unidas depende de los gobiernos y, especialmente, de su
voluntad de colaborar con otros agentes -- el sector privado, las organizaciones
no gubernamentales y los organismos multilaterales -- para encontrar soluciones
de consenso. Las Naciones Unidas deben actuar como catalizador para estimular
la acción de los demás. Por último, deben aprovechar
plenamente las nuevas tecnologías, sobre todo la tecnología
de la información. El Secretario General recomienda las siguientes
esferas para la acción:
- Nuestros puntos fuertes. La influencia de las Naciones Unidas
deriva no de su poder sino de los valores que representa, la función
que desempeña en el establecimiento y mantenimiento de normas mundiales,
su capacidad para estimular los intereses mundiales y la acción
consiguiente, y la confianza que inspira su labor práctica encaminada
a mejorar la vida de la gente. Debemos aprovechar esos puntos fuertes,
especialmente insistiendo en la importancia del imperio del derecho. Pero
también es preciso que las propias Naciones Unidas se adapten, en
particular reformando el Consejo de Seguridad de manera que pueda a un
tiempo obrar con eficacia y disfrutar de una legitimidad incuestionable.
Por último, debemos ampliar la relación de las Naciones Unidas
con las organizaciones de la sociedad civil y con el sector privado y las
fundaciones.
- Adaptación al cambio: redes de apoyo. Debemos complementar
las instituciones estructuradas con redes no estructuradas de promoción
de políticas, que reúnan a instituciones internacionales,
organizaciones de la sociedad civil y del sector privado, y a gobiernos
nacionales, para alcanzar objetivos comunes.
- Conexiones digitales. Podemos aprovechar la nueva tecnología
de la información para dar mayor eficiencia a las Naciones Unidas
y mejorar su interacción con el resto del mundo. Pero para lograrlo
debemos superar el problema de una cultura resistente al cambio. El Secretario
General pide a la industria de la tecnología de la información
que nos ayude en esta tarea.
- La revolución silenciosa en marcha. Para satisfacer
las necesidades del siglo XXI hace falta una verdadera reforma estructural,
un consenso más claro sobre las prioridades entre los Estados Miembros
y una supervisión menos intrusiva de la labor administrativa cotidiana.
Se necesitan decisiones de la Asamblea General, por ejemplo, para incluir
límites y plazos de expiración al conferir nuevos mandatos
e introducir la presupuestación basada en los resultados.
VII. Para que se examine en la Cumbre
El Secretario General enumera seis valores comunes a todos que
reflejan el espíritu de la Carta y revisten especial importancia
para el nuevo siglo: la libertad; la equidad y la solidaridad; la tolerancia,
la no violencia; el respeto a la naturaleza, y la responsabilidad compartida.
Insta a la Cumbre del Milenio a que apruebe una serie de resoluciones inspiradas
en la parte principal del informe como prueba de su voluntad de adoptar
medidas en base a esos valores.

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