Aunque las pandemias son una realidad ineludible para el ser humano, el mundo se ha quedado atónito por el impacto y la devastación de la COVID-19. Cuando se cumple el segundo aniversario de la pandemia, vale la pena explorar qué podríamos hacer de manera diferente si volviera a suceder. Lo que hagamos ahora podría hacer que esta pandemia sea la última de este tipo.
Los profesores indígenas del Chaco Paraguayo, una de las zonas más deshabitadas y pobres del país, apostaban porque la educación de sus alumnos continuase a pesar de la pandemia, aunque ello conllevara trepar árboles. Conoce esta historia de estoicismo, amor por la enseñanza y reivindicación de una educación digna para los pueblos indígenas de Paraguay.
El 11 de marzo se cumplen dos años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogara la propagación global de COVID-19 como una pandemia. Desde entonces, el virus se ha cobrado más de seis millones de vidas -de ellas 2,6 millones en las Américas- y ha afectado a muchas otras. Ante ello, el secretario general de la ONU, António Guterres, recuerda que "sería un grave error pensar que la pandemia ha terminado" y señala la escandalosa desigualdad en la distribución de las vacunas. "El mundo no puede permitirse una recuperación de dos niveles de COVID-19", enfatiza. Mientras tanto, la OMS advierte a los países que no reduzcan drásticamente las pruebas.
Tras un año de pandemia, nuestro mundo se ha enfrentado a una gran oleada de sufrimiento. Se han perdido muchas vidas. Las economías se han visto afectadas y las sociedades se han tambaleado. Los más vulnerables son los que más han sufrido. Ahora, gracias a la promesa de las vacunas, podemos ver algo de luz al final del túnel.