Durante el decenio pasado se produjo un extraordinario crecimiento de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en todo el mundo. En 1999, Geoffrey Kirkman1 observó en una monografía sobre el tema que la mitad de la población mundial nunca había hecho una llamada por teléfono1. En 2011 esa situación ha cambiado radicalmente con redes de telefonía móvil que abarcan más del 90% de la población del mundo, y se espera que en 2015 más de la mitad de esa población esté utilizando teléfonos móviles. Si bien persiste la pobreza generalizada en los países africanos, en los últimos años la utilización de la telefonía móvil ha crecido allí con más rapidez que en cualquier otra región del mundo. Se estima que actualmente hay 500 millones de abonados a la telefonía móvil en todo el continente, frente a 246 millones en 2008. A finales de 2010 África superaba a Europa Occidental en el número de conexiones de telefonía móvil. Por añadidura, aunque África muestra retraso en otras formas de utilización de las TIC, y se estima que el número de usuarios de Internet es de 100 millones, entre 2000 y 2011 el crecimiento de la utilización de Internet fue de más de 2.000%, lo que representa más de cinco veces el del resto del mundo.

El fenomenal incremento del acceso a las TIC se ha visto acompañado por una literatura cada vez más amplia sobre la contribución de estas tecnologías al crecimiento económico, el desarrollo y la reducción de la pobreza. De acuerdo con los criterios más optimistas, se han descrito las TIC como los medios por los que los países en desarrollo pueden vencer etapas del desarrollo y barreras tecnológicas para alcanzar tanto el crecimiento económico como un desarrollo de base amplia. Otros criterios menos optimistas al atribuir beneficios directos a las TIC, plantean preocupaciones respecto de que una promoción enérgica y unidimensional para aumentar su utilización podría aumentar también la dependencia de los países más pobres al igual que la brecha entre las zonas urbanas y rurales, los ricos y los pobres y entre las generaciones. De ahí que, si bien es muy posible que exista un vínculo entre las TIC y la reducción de la pobreza, aún no se comprenden del todo los mecanismos por los cuales tiene lugar esa conexión. En realidad, cualquiera que sea la dimensión del cambio de bienestar que se considere, la dirección de su vínculo causal con las TIC es una cuestión polémica. Los problemas de causalidad inversa y falsa correlación aplicables a la relación entre cualquier inversión en infraestructura y un mayor rendimiento son igualmente pertinentes cuando se analiza el vínculo entre las TIC y la pobreza.

Incluso antes de la actual era de utilización generalizada de la telefonía móvil y de Internet, se descubrió una relación causal entre la infraestructura de telecomunicaciones y el rendimiento económico utilizando datos de los 21 países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). También se ha encontrado esta relación con respecto a la telefonía móvil partiendo de datos de 113 países correspondientes a un período de 20 años, que demostraron que un aumento de 1% en la tasa de penetración de las telecomunicaciones da por resultado un 0,03% de aumento del producto interno bruto (PIB) (Torero y von Braun, 2006).2 Esta correlación positiva entre las TIC y el crecimiento económico se extiende al mundo en desarrollo mediante gastos directos en infraestructura y servicios de TIC, y también mediante sus multiplicadores económicos. Se estima que los proveedores de redes móviles han invertido más de 90.000 millones de dólares en África, y en algunos países constituyen actualmente las empresas más lucrativas e importantes generadoras de empleo. Hoy día los ingresos y los gastos por concepto de telecomunicaciones aportan, por término medio, el 7% del PIB en muchas economías africanas, mientras que la inversión en comunicaciones ha llegado al 5% aproximadamente de la inversión total en el continente. La ampliación de las TIC a nivel mundial también ha tenido repercusiones en lo relativo a materias primas mediante sus componentes y manufacturas. El oro, el tántalo, el estaño y el tungsteno se utilizan para fabricar teléfonos móviles y otros dispositivos de TIC, mientras que el cobalto es un importante componente utilizado para recargar las baterías. Zambia y la República Democrática del Congo suministran la materia prima utilizada para más de la mitad de las baterías de ion-litio recargables de todo el mundo.

Las TIC pueden tener también una repercusión más amplia en el desarrollo y son potentes instrumentos para el empoderamiento y la generación de ingresos, así como para mejorar el acceso a la educación y a otros servicios sociales. Se ha comprobado que los teléfonos móviles benefician a los empresarios de la economía no estructurada al ayudarlos a atraer nuevos negocios, y un ejemplo muy conocido de utilización de teléfonos móviles por los pescadores del estado de Kerala (India) ha mostrado los beneficios que reporta a productores y consumidores la mejora de la información y un mejor funcionamiento de los mercados (Jensen, 2007).3 Otros estudios van más lejos y señalan que el papel de las TIC no se limita a promover el crecimiento, sino que también incluye dimensiones del desarrollo no relacionadas con el ingreso, como el empoderamiento y la seguridad, incluidas las oportunidades de gobernanza electrónica y mejora de la rendición de cuentas.

Con todo, no hay garantía de que las TIC tendrán un impacto positivo en la reducción de la pobreza. En su análisis, Torero y von Braun (2006) muestran que el acceso a las TIC depende del ingreso, la educación y los recursos, y que la llamada brecha digital es parte de una brecha en el desarrollo mucho más amplia. Aducen que el desarrollo socioeconómico contribuye a una mayor utilización de las TIC y no a la inversa. La alfabetización en materia de TIC también es importante para determinar el acceso a esas tecnologías y su utilización. No se circunscribe a la enseñanza académica, sino que abarca las tareas cognitivas implícitas en la formulación de preguntas, la solución de problemas y la aplicación de conocimientos (Warschauer, 2004).4 La expansión de las TIC también puede tener resultados negativos directos. Se ha demostrado que los gastos en tecnologías de este tipo dan lugar a conflictos en los hogares, fomentan el control de los recursos por parte del hombre de la casa y desvían los recursos del hogar, que se dejan de invertir en alimentos y otros bienes esenciales. De hecho, se han planteado preocupaciones relacionadas con los derechos humanos que tienen que ver con el posible uso de minerales procedentes de zonas de conflicto en la manufactura de dispositivos de TIC, así como con la posible utilización de mano de obra infantil. Al igual que cualquier otra tecnología, las TIC deben situarse en el contexto de las capacidades y necesidades locales, y requieren una economía política sólida junto con la voluntad política de asignar prioridad a los problemas de desarrollo.

El déficit de información sobre el efecto de las TIC en la reducción de la pobreza ha suscitado preocupación entre los encargados de formular políticas, a quienes se insta una y otra vez a invertir una parte importante del presupuesto nacional en infraestructura para esas tecnologías tomando como base pruebas incompletas. En tales circunstancias, tiende a surgir la pregunta de si las inversiones en TIC representan una opción válida para las comunidades pobres. En muchos de los estudios existentes se observa el error común de reunir datos a un nivel demasiado general y pasar por alto los datos microeconómicos que se requieren para interpretar las tendencias macroeconómicas. Puesto que los cambios en el bienestar de las personas y los hogares no guardan necesariamente una relación directa con los cambios de la producción económica a nivel nacional, es importante ir más allá del nivel nacional de crecimiento y desarrollo y analizar el papel y la repercusión de las TIC en la reducción de la pobreza a un micronivel. En respuesta a esta necesidad de comprender mejor el vínculo entre las TIC y la pobreza a nivel microeconómico, el proyecto Poverty, ICT in Urban and Rural East Africa (PICTURE-Africa) es una iniciativa de investigación durante cuatro años financiada por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo y ejecutada por un consorcio de investigadores en África Oriental y África Meridional. Valiéndose de una singular base de información que consta de tablas de conexiones de datos obtenidos de hogares de Kenya, Rwanda, Tanzanía y Uganda en 2007, y de nuevo en 2010, PICTURE-Africa proporciona información sobre las desigualdades en el acceso a las TIC en África Oriental y sobre los obstáculos que impiden un acceso mejor y más equitativo. Se demostró que las probabilidades de acceso a las TIC se duplican con creces como resultado de mejoras del ingreso, y también que un año más de educación aumentaba las probabilidades de acceso en alrededor del 30%. Por otra parte, se comprobó que residir en zonas rurales y ser mujer reducía notablemente las posibilidades de acceder a las TIC, en aproximadamente el 50%. Estas relaciones no cambiaron significativamente en las dos fases del estudio, lo que sugiere cierta parcialidad respecto de quién se beneficia del acceso a estas tecnologías. Se observó que los hogares y las personas que no tienen TIC son persistentemente más pobres en cuanto a capital financiero, físico y humano. El análisis del vínculo causal entre dichas tecnologías y la reducción de la pobreza indica que existe un beneficio pequeño de las TIC, pero positivo, para el grupo más pobre, y que, en particular, la disponibilidad de teléfonos móviles es un instrumento potencialmente valioso para mejorar el sustento de las personas muy pobres a mediano plazo (de 6 a 10 años).

El rápido crecimiento de la utilización de teléfonos móviles en los países en desarrollo refleja una convergencia al menos en este aspecto del desarrollo. Las evidencias que proporcionan estudios como PICTURE-Africa sugieren que es posible que los beneficios económicos de este crecimiento se estén acumulando más rápidamente entre los pobres. De ser así, ello significa que el acceso a las TIC podría ser beneficioso no solo para la reducción de la pobreza, sino realmente favorable para los pobres con respecto a la distribución de esos beneficios. No obstante, debe reconocerse que las TIC solo ofrecen una oportunidad y no son una panacea. En lugar de reportar beneficios incondicionales a los pobres, parece probable que su impacto vendrá determinado por el contexto en que se desplieguen, el grado de preparación de los usuarios y las oportunidades que existan para su aplicación. Por consiguiente, el acceso a la información mediante las TIC no es solo una cuestión de conectividad, sino también de capacidad para utilizar los nuevos instrumentos y los contenidos pertinentes proporcionados de manera accesible y útil. Se necesitan mejores políticas y mejor aplicación para lograr un sector de telecomunicaciones mundiales que facilite una tasa de acceso más rápida a menor costo. Esto debe ir acompañado del aumento de los recursos asignados para desarrollar la alfabetización en materia de TIC y mejorar la reglamentación de las empresas por las que se facilita el acceso a estas tecnologías.

Notas

1 Kirkman, G. (1999). It's More Than Just Being Connected. A Discussion of Some Issues of Information Technology and International Development. Seminario sobre comercio electrónico para el desarrollo. Laboratorio de Medios de Comunicación, Massachusetts Institute of Technology. Cambridge, Massachusetts.

2 Torero, M. y von Braun, J. (2006). Information and Communication Technologies for Development and Poverty Reduction: The Potential of Telecommunications. Washington, Johns Hopkins University Press e IFPRI.

3 Jensen, R. (2007). "The Digital Provide: Information (Technology), market performance, and welfare in the South Indian fisheries sector." The Quarterly Journal of Economics 121(3): págs. 879 a 924.

4 Warschauer, M. (2004). Technology and social inclusion: Rethinking the digital divide. Massachusetts, The MIT Press.