30 diciembre 2011

La proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras en varias partes del mundo sigue planteando una amenaza sistémica y generalizada para el desarrollo social y económico a largo plazo de muchas naciones, en particular de los pequeños Estados en desarrollo.

Ninguna nación, región ni subregión es inmune a los peligros del tráfico ilícito y la proliferación de estas armas. Como ha sucedido una y otra vez, acontecimientos que ocurren en una zona localizada pueden tener repercusiones de gran alcance para toda la comunidad mundial. La amplia circulación de estas armas es con frecuencia el catalizador que transforma incidentes locales en acontecimientos mundiales.

Las armas pequeñas y las armas ligeras no discriminan y sus efectos son devastadores para las personas, con independencia de su edad, género, religión o etnia. Por tanto, nuestros esfuerzos en la lucha contra su proliferación deben considerarse una contribución al bien mundial y no un juego de suma cero en el que unos ganan a expensas de otros.

El derecho a la vida y el derecho a vivir en libertad y con dignidad son defendidos por todos los Estados Miembros en los diversos foros. Para muchos hombres, mujeres y niños, la realidad cotidiana es otra: sus vidas y sus libertades son restringidos por milicias armadas o pandillas de delincuentes que, gracias a que poseen potentes armas pequeñas y armas ligeras, tienen poder para decidir sobre la vida o la muerte.

A lo largo de los años, las Naciones Unidas han perfeccionado notablemente las actividades mundiales de lucha contra la proliferación de estas armas. En 2001, la aprobación del Programa de Acción de las Naciones Unidas para prevenir, combatir y eliminar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras en todos sus aspectos, la subsiguiente aprobación del Instrumento internacional de localización1 y el Protocolo relativo a las armas de fuego que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional2, han establecido un marco general en el que los Estados Miembros y las organizaciones regionales han adoptado, individual y colectivamente, numerosas medidas legislativas y administrativas para combatir la proliferación de estas armas. De esas medidas, solo es jurídicamente vinculante el Protocolo relativo a las armas de fuego, que entró en vigor en 2005. Sin embargo, ello no se refiere al compromiso político y la actuación de los Estados Miembros para aplicar las disposiciones de estos diversos instrumentos.

El éxito de la aplicación de estas disposiciones por los Estados Miembros depende de muchos factores, entre ellos la falta de recursos disponibles. Los pequeños Estados en desarrollo, como los de mi región, el Caribe, enfrentan especiales limitaciones financieras y en materia de recursos humanos. Como muestra de nuestro compromiso con los pueblos de la región, los Estados Miembros de la Comunidad del Caribe y el Mercado Común del Caribe (CARICOM) han aunado sus esfuerzos para luchar contra el flagelo de la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras, y han establecido un mecanismo regional conocido como Organismo de Ejecución de la CARICOM para el Delito y la Seguridad (IMPACS). A principios de 2011, los Jefes de Estado y de Gobierno de la CARICOM aprobaron la Declaración de la CARICOM sobre las armas pequeñas y las armas ligeras, un acuerdo políticamente vinculante que refuerza nuestro compromiso conjunto de aplicar plenamente el Programa de Acción, y tomaron todas las medidas necesarias para combatir la proliferación de dichas armas. Los esfuerzos de los Estados Miembros de la CARICOM para hacer frente a este problema de manera coordinada se repiten en otras partes del globo, particularmente en África.

Las actividades a escala regional, como las emprendidas en el marco de la CARICOM y en otras partes del mundo, conforman un ámbito de acción mundial para luchar contra la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras, y contamos con las Naciones Unidas como uno de nuestros asociados principales. Las Naciones Unidas, y en particular el Sistema de apoyo para la ejecución del Programa de Acción, han desempeñado un papel decisivo en la prestación de asistencia a los Estados Miembros para la determinación de sus necesidades prioritarias y el reconocimiento de aquellos que están en condiciones de ayudarlos a satisfacer esas necesidades.

El año 2012 promete marcar un viraje en nuestras actividades contra el tráfico ilícito y la proliferación de estas armas. Los Estados Miembros y la comunidad internacional en su conjunto se reunirán para examinar los logros alcanzados desde la aprobación del Programa de Acción de 2001, y para negociar un tratado sobre el comercio de armas. Un resultado positivo de ambas reuniones echará los cimientos de la labor que realizaremos en esta esfera durante los próximos años. La pregunta que subyace en las mentes de muchos diplomáticos, encargados de formular políticas e investigadores es ¿qué se ha logrado 10 años después de la aprobación del Programa de Acción y la finalización del Protocolo relativo a las armas de fuego?

No cabe duda de que hemos creado mayor conciencia del devastador impacto de la proliferación de estas armas en las vidas y los medios de sustento de las personas de todo el mundo, incluidos los países que no se encuentran en situaciones de conflicto. Hemos fortalecido el marco jurídico y administrativo de muchos Estados para combatir y prevenir la circulación ilícita de estas categorías de armas a través de sus fronteras. Hoy los Estados Miembros reconocen la importancia de las actividades de lucha contra la circulación ilícita de las armas pequeñas y las armas ligeras, y han comenzado a incorporarlas en documentos más amplios relativos a la planificación del desarrollo nacional. Los Estados Miembros, incluidos los que integran la CARICOM, han comenzado a aplicar las normas internacionales más estrictas en materia de almacenamiento y eliminación segura de las armas pequeñas y las armas ligeras.

Haber obtenido estos resultados en el curso de 10 años es significativo, y las Naciones Unidas deben desempeñar un papel fundamental en la prestación de asistencia a los Estados Miembros que queden rezagados en esta esfera. El desafío que tenemos a la vista es prevenir, sobre la base de esos resultados, la utilización de las armas pequeñas y armas ligeras para aterrorizar a personas inocentes y destruir familias, vidas y medios de sustento.

La Conferencia de examen del Programa de Acción que se celebrará en 2012 no debe circunscribirse a un mero examen de procedimiento sobre su aplicación. Tal enfoque no beneficiaría a nadie. Por el contrario, la Conferencia de examen de 2012 debería tratar de determinar medios y arbitrios para fortalecer la aplicación del Programa. Cualquier otro objetivo más limitado solo serviría a los intereses de quienes desean mantener el statu quo, en el que la relajación de los reglamentos y las lagunas de procedimiento facilitan el tráfico ilícito y la proliferación de estas armas.

Para combatir como es debido el tráfico ilícito y la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras se deben abordar estas cuestiones de manera holística. Las actividades de lucha contra la proliferación de estas armas no pueden separarse de la lucha contra la proliferación de las municiones que las hacen viables.

En los próximos años, los Estados Miembros, con la asistencia de las Naciones Unidas, tendrán que basarse en este marco para obtener beneficios más tangibles y cuantificables. Los Estados Miembros deben comenzar a demostrar la voluntad política necesaria para, al menos, abordar asuntos aparentemente prohibidos como la circulación de las municiones y el comercio transfronterizos. Las Naciones Unidas y la comunidad internacional de organizaciones no gubernamentales deben seguir cumpliendo una función fundamental a este respecto asegurando la realización de investigaciones adecuadas para ayudar a los Estados Miembros a celebrar debates objetivos y basados en evidencias sobre estas cuestiones.

También debe realizarse un intercambio más amplio de información y de mejores prácticas entre los Estados y entre las regiones para que cada Estado y región pueda garantizar que los programas y las políticas que se formulen sean novedosos, y evitar la repetición de fracasos y reveses ya experimentados por otros.

Nunca se insistirá demasiado en el papel vital que desempeña el Instrumento internacional de localización en la lucha contra el tráfico ilícito y la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras. Si bien muchos Estados Miembros reafirman a menudo su compromiso político con la aplicación de las disposiciones del Instrumento, el limitado número de los que presentan informes sobre su aplicación es una cuestión problemática que debe encararse.

Desde la perspectiva de un pequeño Estado insular en desarrollo, de fronteras porosas y situado geográficamente entre los consumidores y los productores de drogas ilícitas, Jamaica, junto a sus asociados de la CARICOM, se ha mantenido a la vanguardia de los esfuerzos por combatir el tráfico ilícito y la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras y de otros elementos de la delincuencia organizada transnacional.

Jamaica y sus contrapartes de la CARICOM siempre han considerado que las actividades de lucha contra el tráfico ilícito y la proliferación de estas armas no pueden separarse de la lucha contra la delincuencia organizada transnacional. Las gestiones de la CARICOM en este sentido se han visto seriamente afectadas por el cierre de la Oficina Regional para la CARICOM de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Si bien celebramos los contactos recientes entre la Oficina contra la Droga y el Delito y el Organismo IMPACS de CARICOM, el restablecimiento de una presencia de la Oficina contra la Droga y el Delito sobre el terreno será decisiva para hacer nuevos avances.

La experiencia de la CARICOM pone de relieve la importancia de que las Naciones Unidas hablen con una sola voz, clara y coordinada, y actúen unidas. Formular un compromiso de lucha contra la delincuencia organizada transnacional y la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras, a la vez que se cierra la entidad representativa de la Oficina contra la Droga y el Delito en una región que experimenta niveles sin precedentes de violencia armada y actos delictivos relacionados con pandillas, envía un mensaje incoherente que no contribuye en modo alguno a los fines que se persiguen.

Este firme compromiso ha dado lugar a que la CARICOM apoye decididamente un futuro tratado sobre el comercio de armas, que incluya en su ámbito las armas pequeñas y las armas ligeras al igual que las municiones. Existen opiniones divergentes sobre el valor de un tratado de esta índole, pero para los países de la CARICOM y muchos otros países en desarrollo que son testigos del devastador impacto cotidiano de estas armas, el tratado sobre el comercio de armas ayudará a contener de manera significativa la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras y a combatir su tráfico ilícito mediante el establecimiento de un marco para las transferencias de esas armas de manera transparente y responsable. Aunque existe gran expectación en torno al futuro tratado sobre el comercio de armas, no sería sensato considerarlo una panacea. Ello equivaldría a relegar a un segundo lugar los resultados obtenidos con la aplicación de los acuerdos internacionales y regionales vigentes.

Las Naciones Unidas son el único marco en el que se pueden hacer avances significativos relacionados con la contención de la transferencia ilícita de armas pequeñas y armas ligeras y la lucha contra su proliferación. Es el único foro en que cada Estado Miembro tiene igual voz e igual derecho a ser escuchado. Las Naciones Unidas no son una entidad abstracta; son la voluntad colectiva de sus Estados Miembros y los ciudadanos a los que estos representan. Cada uno de esos ciudadanos tiene derecho a vivir sin temor, un derecho que no podrá realizar mientras persista en su existencia diaria la amenaza de armas de fuego ilícitas en manos de delincuentes. El éxito requiere algo más que voluntad política, requiere el cumplimiento de nuestras responsabilidades para con las personas que representamos. Solo entonces será verdadero el éxito de nuestros esfuerzos.

La labor que acometemos día a día tiene por objeto alcanzar progresos en las esferas de la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos, los tres pilares de las Naciones Unidas. Detener la transferencia ilícita de las armas pequeñas y las armas ligeras y combatir su proliferación es un componente clave de esta labor. Solo con el cumplimiento de estos objetivos podremos contribuir de manera significativa a la creación de comunidades seguras para nuestros ciudadanos, la garantía de su derecho humano a una vida en libertad y con dignidad, y la creación de las bases de un desarrollo socioeconómico a largo plazo. Habida cuenta del elevado número de armas pequeñas y armas ligeras que se encuentran en circulación, y de las pérdidas de vidas que ello ocasiona, mantener esta situación sería inaceptable para todos.

Para garantizar un porvenir seguro, nosotros, las Naciones Unidas y sus Estados Miembros, debemos aprovechar las oportunidades que tenemos hoy para luchar contra la proliferación de las armas pequeñas y las armas ligeras.

Notas

1 Instrumento internacional para permitir a los Estados identificar y localizar, de forma oportuna y fidedigna, armas pequeñas y armas ligeras ilícitas.

2 Protocolo contra la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego, sus piezas y componentes y municiones, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.

 

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