1 junio 2007

El cambio climático ha emergido como uno de los mayores desafíos ambientales a los que se enfrenta el mundo. Hace veinte años, en las Naciones Unidas, Gro Harlem Brundtland, ex Primera Ministra de Noruega y ex Directora General de la Organización Mundial de la Salud, llamó por vez primera la atención mundial sobre las amenazas planteadas por el cambio climático para la Tierra y sus habitantes.


En la décimo quinta sesión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en mayo de 2007, la Sra. Brundtland-- una de los tres enviados especiales para el cambio climático designados por el Secretario General de las Naciones Unidas en abril --dejó claro que no cabe seguir dudando de las consecuencias de la actividad humana sobre el cambio climático y sus efectos probables en el planeta.
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En la actualidad existe un amplio consenso en el mundo científico internacional acerca de que las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la actividad humana, en particular por el uso de combustibles fósiles y la deforestación, han provocado un aumento de la concentración de estos gases en la atmósfera. Como resultado de ello, y de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC), la temperatura media de la superficie terrestre ha aumentado en 0,75º Celsius a lo largo del último siglo, y 11 de los últimos 12 años (1995-2006) se han situado entre los 12 años más cálidos desde 1850. Sobre la base de las tendencias previstas para los gases de efecto invernadero, las temperaturas podrían aumentar todavía entre 2 y 5º C, o incluso más, para 2100. Cabe esperar que incrementos de tal magnitud tengan consecuencias negativas generalizadas sobre el bienestar humano y los ecosistemas naturales, incluidos efectos económicos, ecológicos y sociales de gran alcance.


Es probable que el cambio climático produzca un incremento de la prevalencia de las enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria o el dengue, así como un aumento de la intensidad de las catástrofes naturales relacionadas con el clima. Es probable, asimismo, que todo ello genere un aumento del nivel de las aguas y graves inundaciones, causando al mismo tiempo escasez de agua en las regiones áridas. Se prevé que el cambio climático dañará de forma irreversible algunos recursos naturales y ecosistemas. En términos globales, se prevé que el cambio climático traerá consigo una combinación devastadora de efectos adversos para los pobres del mundo, tanto por su situación geográfica como por sus bajos ingresos, haciendo que la adaptación al cambio climático sea mucho más complicada. Mientras los países en desarrollo son los que menos han contribuido a este problema, se espera que sean los más afectados por los efectos del cambio climático, que amenaza con poner en peligro muchos de los logros que han alcanzado estos países en materia de desarrollo.


A pesar de que existen abrumadoras pruebas científicas que señalan que el cambio climático se está produciendo y que las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la actividad humana representan una causa significativa y probablemente la más importante de ello, sigue existiendo un elevado grado de incertidumbre en relación con la velocidad probable del avance del cambio climático. Por ejemplo, ¿con qué rapidez se producirá el calentamiento de la Tierra? ¿Se situará en promedio, según las tendencias actuales, entre 2º C y 5º C más que los valores actuales para finales del siglo XXI? Existe, asimismo, un debate referente a la importancia de la relación entre las emisiones de carbono y el cambio térmico: ¿debería tratarse de mantener la intensidad de carbono entre 450 ó 500 partes por millón si se desea mantener el cambio térmico medio por debajo de los 2º C a finales de siglo?


Más allá de la discusión científica acerca de la velocidad y las relaciones causales del cambio climático, existe también otro debate de naturaleza económica centrado en el análisis costo-beneficio de las políticas encaminadas a mitigar dicho cambio. El Informe Stern de 2006 sobre la economía del cambio climático ofrece un análisis económico general de los costes de las actuaciones políticas y las inversiones actuales en comparación con los beneficios netos futuros de dichas actuaciones. Algunos de los supuestos relativos al ritmo al que deberían intercambiarse los gastos actuales por beneficios futuros están siendo cuestionados. ¿Hasta qué punto, por ejemplo, valoramos el bienestar de nuestros nietos? Algunas personas se muestran muy optimistas acerca del progreso de la tecnología y el crecimiento mundial y creen que estos factores harán que las generaciones futuras dispongan de mucha mayor riqueza que las actuales, permitiéndoles una adaptación más sencilla al cambio climático dentro de unas décadas (financiación, reubicaciones masivas, desalinización del agua, presas y ciudades resistentes a las tempestades, por ejemplo).


Otras, en cambio, opinan que una catástrofe mundial destruirá el planeta de todos modos, de manera que no tendría sentido pensar en grandes remedios a largo plazo. Asimismo, parecen existir diferencias en la forma en que se valora la biodiversidad. Por estas y otras muchas razones, algunos piensan que se está otorgando una importancia excesiva al futuro en comparación con nuestra vida inmediata y presente. Este "intercambio" entre el ahora y el después depende de los juicios de valor intrínsecos (el valor que uno otorga a la supervivencia de determinadas especies o al bienestar de las generaciones futuras), así como de las proyecciones referentes a la tecnología y la renta (la más optimista de las cuales consiste en el eventual descubrimiento de una tecnología que permitiera "arreglar las cosas" cuanto mayores fueran los riesgos que se estuviera dispuesto a asumir). Es probable, por tanto, que este debate prosiga y se centre en los parámetros apropiados para los análisis costo-beneficio de las políticas relacionadas con el cambio climático. Sin embargo, la incertidumbre acerca de los efectos precisos de este cambio y la discusión referente a la tasa de descuento apropiada para el futuro no deberían ocultar los hechos siguientes:


El cambio climático ya se está produciendo en la actualidad y a lo largo de nuestra vida percibiremos sus efectos.

Existe la posibilidad de que el cambio climático se acelere de un modo difícilmente predecible y de que muchos de los cambios que se produzcan sean irreversibles.

Aunque el cambio climático es un fenómeno mundial, sus efectos variarán de forma significativa según los diferentes países y comunidades, siendo los países en desarrollo los que probablemente resultarán más perjudicados.

En algunas comunidades los efectos del cambio climático serán muy potentes y negativos a lo largo de las próximas dos o tres décadas; es posible que algunos países sufran consecuencias catastróficas.
El enfoque del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) se centra en tratar de resolver el problema de la pobreza y ayudar a los diversos países en sus esfuerzos por avanzar hacia un desarrollo humano sostenible. En vista de los desproporcionados efectos previstos del cambio climático sobre los países más pobres, el PNUD está trabajando con los países en desarrollo en la adaptación al cambio climático y el desarrollo de medidas atenuantes capaces de reducir la vulnerabilidad de estos países y aumentar sus oportunidades de disponer de medios de vida sostenibles.


Por lo que respecta al frente de las medidas atenuantes, el PNUD ha promovido la eficiencia energética y el uso de tecnologías (en concreto, de energías renovables) que emitan menores cantidades de gases de efecto invernadero. Este enfoque ha incluido el fortalecimiento de la gobernanza y de los marcos políticos a fin de crear un entorno favorable a la adopción y el fomento de las tecnologías. La eficiencia energética representa el medio más económico para reducir la intensidad de las emisiones en las economías en desarrollo y para contribuir de manera positiva a la eficiencia económica y la seguridad energética. Asimismo, permite a los países ganar tiempo para desarrollar tecnologías energéticas que afecten en menor medida al cambio climático.


En los últimos 15 años, el PNUD ha movilizado 2.700 millones de dólares destinados a financiar más de 400 proyectos climáticos a gran escala y más de 1.000 a pequeña escala, principalmente a través del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y aprovechando la cofinanciación procedente de otras fuentes. No obstante, las fuentes de financiación tradicionales resultarán claramente inadecuadas para el problema al que nos enfrentamos. Por ello, la estrategia de atenuación del PNUD se centra también en el aumento de la capacidad de los países de acceder al mercado del carbono, en rápida expansión, en particular el mecanismo para un desarrollo limpio, que se ha convertido en una fuente de financiación multimillonaria para el desarrollo sostenible.


Hasta la fecha, el PNUD ha puesto en marcha actividades de desarrollo del mecanismo para un desarrollo limpio financiados a través de dicha fuente en más de 20 países. Además, recientemente ha creado el servicio sobre el carbono en relación con los ODM, un novedoso medio destinado a aprovechar los enormes recursos del mercado del carbón para permitir que una mayor proporción de la población pueda disfrutar de un desarrollo sostenible a largo plazo. Este servicio tiene la finalidad de incrementar la cartera de proyectos a fin de posibilitar que un mayor número de países en desarrollo se beneficien del mecanismo para un desarrollo limpio, así como de promover proyectos que produzcan beneficios en forma de desarrollo sostenible a largo plazo, incluso más allá de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.


Aunque los programas de atenuación serán importantes en los países en desarrollo, el PNUD reconoce que la adaptación deberá constituir el principal objetivo de las ayudas a lo largo de la próxima década. En la actualidad, los fondos disponibles para iniciativas de adaptación resultan lamentablemente inadecuados. Es preciso hacer mucho más para que los pobres puedan disponer de recursos suficientes que les permitan adaptarse al cambio climático. El PNUD ha ayudado a 29 países a formular sus Programas de Acción Nacionales de Adaptación; asimismo, ha colaborado con 100 países en la preparación de las Comunicaciones Nacionales que debían enviar a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Asimismo, ha participado activamente en la promoción de proyectos innovadores de adaptación en numerosos países y sectores; hasta la fecha, se han desarrollado 16 proyectos que han involucrado a 40 países con una financiación total de 150 millones de dólares. Las principales áreas de actuación son la gestión de los recursos hídricos, las zonas costeras, la gestión de los riesgos de desastres, la salud pública y la seguridad alimentaria.


Aunque el PNUD ha incrementado notablemente sus actividades en programas de lucha contra el cambio climático en los últimos años, y lo seguirá haciendo, una agencia no será capaz por sí sola de responder a las necesidades en rápido crecimiento de los países en desarrollo más pobres. Uno de los objetivos fundamentales del PNUD es colaborar estrechamente con otros organismos de las Naciones Unidas y otras organizaciones asociadas a fin de ofrecer un conjunto de servicios de asistencia técnica a los diversos países, a partir de los conocimientos y la especialización de todos los organismos de las Naciones Unidas y que garantice que los países reciban un asesoramiento apropiado. Un primer paso de gran importancia en este proceso ha sido el desarrollo formal de una Asociación para el Cambio Climático entre el PNUD y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cuya finalidad es combinar su experiencia y sus conocimientos en materia de cambio climático. Sus dos primeras grandes actividades conjuntas son un programa de desarrollo de la capacidad del mecanismo para un desarrollo limpio en siete países del África subsahariana, con una financiación de 1,2 millones de dólares, destinado a ayudar a dicha región a acceder al mercado del carbón, y un proyecto multinacional de adaptación cuyo objetivo es reducir los riesgos del cambio climático y las debilidades de dichos países frente a este fenómeno.


Resulta evidente que el cambio climático supone un desafío fundamental para la comunidad mundial. El PNUD está determinado a desempeñar su papel en la respuesta a este reto.
*Texto para el mapa
Vulnerabilidad de África frente al cambio climático Norte de África África Occidental África Central África Oriental África Meridional Islas oceánicas de la India Occidental La oscilación del Atlántico Norte, un factor clave en la vulnerabilidad frente al cambio climático, con efectos en las industrias pesqueras La variabilidad de las precipitaciones modulada por la dinámica de la vegetación, propiedades de la superficie en el Sahel; pruebas empíricas de los cambios de las especies Elevada proporción de población concentrada en zonas costeras de ciudades del África Occidental, como Lagos o Banjul, que son por tanto particularmente vulnerables al aumento del nivel del mar Los modelos experimentales del clima regional muestran que la deforestación del África Central afectará al clima de otros lugares (teleconexión) Es probable que la fauna marina costera se vea afectada negativamente por los cambios de la corriente de Bangwuela Efectos duraderos de la sequía en las economías nacionales de la región de la Comunidad del África Meridional para el Desarrollo (SADC) Se prevé una pérdida total o un desplazamiento del bioma del Karoo Suculento como consecuencia del cambio climático, así como la pérdida de muchas especies en otros biomas Significativo aumento de la intensidad de los eventos extremos en Sudáfrica; los cambios en los biomas favorecerán la horticultura frente a la plantación forestal; se prevé una extensión hacia el Sur del área de riesgo de la malaria Las inundaciones de 1999 afectaron gravemente a la población y las infraestructuras costeras presentan efectos duraderos tanto de carácter económico como desde el punto de vista del desarrollo; la adaptación y la recuperación resultan muy costosas fuera del alcance de los países africanos Los Grandes Lagos y embalses del África Oriental responden a las variaciones del clima con pronunciadas alteraciones en sus reservas de agua La agricultura comercial se adapta a la distribución bimodal de las precipitaciones; los cambios en las pautas de precipitación pueden tener importantes efectos El Cuerno de África se ve gravemente afectado por las repetidas sequías Egipto/El Cairo/el Nilo: Zonas costeras amenazadas por el aumento del nivel del mar; la cuenca del río Nilo es sensible al clima, con consecuencias regionales
Vulnerabilidades
Desertización Aumento del nivel del mar Menor disponibilidad de agua dulce Ciclones Erosión de las costas Deforestación Pérdida de calidad forestal Degradación de los bosques Blanqueamiento de los corales Propagación de la malaria Efectos sobre la seguridad alimentaria
Fuente: Anna Ballance, 2002
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente/GRID-Arendal

 

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