1 junio 2007

A lo largo de las próximas semanas y meses, los tres enviados especiales para el cambio climático designados por el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, realizarán visitas relámpago a las principales ciudades capitales a fin de construir un consenso sólido y sostenible en la acción contra el cambio climático. Gro Harlem Brundtland de Noruega, Han Seung-soo de la República de Corea y Ricardo Lagos Escobar de Chile destacan la seriedad con la que el Secretario General asume las amenazas, así como las oportunidades que presentan los enormes desafíos documentados en los informes recientemente publicados del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).


Las Naciones Unidas constituyen el único foro en el que puede negociarse de un modo realista un acuerdo encaminado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) con posterioridad a 2012 entre los más de 190 países con diferentes visiones y economías pero que, al mismo tiempo, viven bajo una atmósfera común. El reto del cambio climático implica a todas las naciones y, si no se aborda de forma apropiada, afectará a todas las comunidades y a todos los ciudadanos en el plazo de unas décadas y no de unos siglos.


En 2007, el cambio climático se convirtió en una cuestión prioritaria para las Naciones Unidas, puesto que actualmente se ha comprendido que este fenómeno afectará de manera significativa al modo en que funciona el mundo en el siglo XXI, desde la atención de la salud, la ayuda y el agua hasta la actividad económica, la asistencia humanitaria, la construcción de la paz y los problemas de seguridad. Las Naciones Unidas han desempeñado un papel fundamental en la consecución de consenso científico, reflejando este problema en las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo e introduciéndolo en la agenda de los jefes de Estado y gobierno, así como en las de los Directores Generales de las empresas e industrias. Desde febrero de 2007, el IPCC ha publicado tres informes de gran relevancia y los más de dos mil científicos y expertos que componen este grupo han acabado con cualquier duda que pudiera existir en el debate científico. El cambio climático se está produciendo ya, y la relación entre el aumento de las temperaturas y la actividad humana se considera "inequívoca". El IPCC ha expuesto los efectos probables del cambio climático en los próximos decenios en el caso de que la comunidad internacional no actúe convenientemente frente a dicho fenómeno.


Tales efectos incluyen un aumento del nivel del mar, que podría privar a millones de personas en Bangladesh de las pequeñas islas de su territorio y de sus medios de subsistencia; además, podrían derretirse los glaciares de las montañas, que constituyen la principal fuente de suministro de agua para millones de personas, empresas y agricultores de todo el planeta. No obstante, el IPCC también ha señalado otros factores que abren una puerta a la esperanza y pueden convertirse en catalizadores para la actuación. En su informe distribuido en mayo de 2007, los expertos argumentaban que la eliminación del carbono de la economía global hasta un punto en el que el cambio climático pudiese ser manejable podría costar un 0,1% del Producto Interior Bruto (PIB) global. Además, en determinados sectores, los gastos efectivos de impulsar la eficiencia energética de manera significativa supondrían un ingreso más que un coste, tanto para los directivos de empresas como para los propietarios de viviendas.


Las Naciones Unidas, a través de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se ha situado también a la vanguardia de la asistencia al desarrollo de nuevos mercados creativos del carbono. El mecanismo para un desarrollo limpio del Protocolo de Kyoto permite a los países más desarrollados compensar una parte de sus emisiones a través de proyectos de energías limpias y renovables y el desarrollo de ciertos programas forestales en los países en desarrollo. A lo largo de los años próximos, los fondos del mecanismo para un desarrollo limpio que pasarán del Norte al Sur ascenderán a la cantidad de 100.000 millones de dólares. Están emergiendo nuevas industrias de tecnología avanzada y oportunidades laborales tanto en los países en desarrollo como en los más desarrollados. China y la India acogen actualmente a dos de las mayores empresas eléctricas y de turbinas eólicas. Se espera que la inversión en energías renovables, impulsada en parte gracias a los tratados negociados por las Naciones Unidas en materia climática, alcance la cifra de 80.000 millones de dólares en 2007. Dicha inversión está permitiendo reducir los costes y aumentar las oportunidades de desarrollo en las zonas rurales.


El sistema de las Naciones Unidas está contribuyendo a acelerar este proceso. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en colaboración con la Fundación de las Naciones Unidas y diversos bancos asiáticos, ha dirigido un proyecto que ha proporcionado energía solar a 100.000 personas en la India. La idea consistía en financiar una parte de los tipos de interés de los préstamos hipotecarios a fin de hacer que éstos fuesen asequibles para los hogares de ingresos bajos. La comunidad mundial podrá beneficiarse de ello a través de una reducción de las emisiones. Pero, en un mundo en el que 1.600 millones de personas carecen actualmente de acceso a electricidad, este acceso a energías limpias y al suministro de luz supone un beneficio nuevo e inmediato para la comunidad local. Tales desarrollos también se hacen eco en los objetivos de desarrollo del Milenio, dado que hacen referencia a campos como la erradicación de la pobreza o la educación y la salud, en relación, sobre todo, con la reducción de las emisiones de aire de interiores vinculadas a enfermedades maternas e infantiles, así como a las muertes prematuras de entre 800.000 y 2.400.000 personas.


El cambio climático también trae consigo una serie de oportunidades para gestionar mejor los recursos naturales del planeta. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) calcula que anualmente se pierden trece millones de hectáreas de los bosques de todo el mundo, y que la deforestación es la causa de aproximadamente el 20% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. La enorme importancia económica de los servicios forestales y de los ecosistemas-- y de la biodiversidad en general --está infravalorada, pero si se aborda el cambio climático podrán reconocerse también algunas de estas cuestiones. En la actualidad, los bosques en pie no forman parte de los mercados del carbono. Un régimen decisivo de reducción de emisiones más allá de 2012 representa una oportunidad para dotarlos de mayor valor económico y, de este modo, incentivar su conservación y gestión sostenible.
El problema del cambio climático, junto con iniciativas tales como el Pacto Mundial, están contribuyendo a la recuperación de las relaciones entre las Naciones Unidas y otros sectores de la sociedad, incluidos el empresarial y el industrial. Un rasgo fascinante de los últimos meses y del pasado año es la llamada del sector privado a que se desarrolle una regulación internacional mundial. La globalización se ha fijado en el mercado libre, que no sufre las limitaciones que impone la burocracia, como forma de liberar recursos económicos. Pero la realidad del cambio climático ha llevado a los líderes del sector industrial y de los servicios financieros a una nueva reflexión. De hecho, en muchas partes del mundo las empresas están reclamando públicamente la promulgación de leyes relacionadas con el clima, la formulación de directrices, límites de emisión, etc., en parte porque muchas de ellas perciben el cambio climático como un riesgo económico y también como una oportunidad significativa que ofrece el mercado, pero sólo en el marco de unas reglas y un terreno de juego claramente delimitados.


La pieza que falta en este rompecabezas es que los gobiernos alcancen un acuerdo universal sobre los pasos necesarios para lograr la reducción de entre un 60 y un 80% en las emisiones que los expertos opinan que sería precisa para la estabilización de la atmósfera. Las Naciones Unidas, como institución negociadora honesta, tendrán una función crucial a lo largo de los próximos dos años en el fortalecimiento de la confianza entre las naciones, confianza que deberá estar basada en los intereses mutuos y en un sentido de actuación por una causa común, aunque sea a velocidades diferentes. Las cartas están sobre la mesa. La Unión Europea se ha comprometido a lograr una reducción del 20% de sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2020, y de hasta un 30% si el resto de países siguen su tendencia. En los Estados Unidos de América se observa una creciente actividad en este campo en numerosas ciudades y estados; el alcalde de Nueva York, por ejemplo, ha prometido reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la ciudad en un 30%. Asimismo, más de 460 alcaldes de los Estados Unidos de América han dado su palabra de que reducirán las emisiones de sus ciudades un 7% por debajo de los niveles de 1990. California ha anunciado que reducirá sus emisiones un 25% para 2020.


Las economías con una acelerada tasa de desarrollo, como el Brasil, China y la India, están llevando a cabo actuaciones voluntarias encaminadas a reducir los niveles de sus emisiones en comparación con los niveles que producirían en caso de no tomar medida alguna. Las autoridades chinas estiman que en torno a un 7% de la energía de su país tiene su origen en fuentes renovables, lo que equivale a un ahorro de emisiones de 328 millones de toneladas de dióxido de carbono. Se han establecido objetivos para aumentar todavía más el uso de las energías renovables. China calcula que, entre 2005 y 2010, la intensidad en el consumo de energía (una medida de la cantidad de energía utilizada por unidad de PIB) caerá un 20%. En Brasil, donde una parte muy importante del nivel de emisiones procede del cambio en los usos del suelo, ha reducido la deforestación en el Amazonas más de un 50% a lo largo de los tres últimos años. Alrededor de un 80% de los coches nuevos que se venden en el país son de flexifuel y pueden funcionar con gasolina o etanol.


El IPCC calcula que las economías con una acelerada tasa de desarrollo han reducido sus emisiones en 500 millones de toneladas a lo largo de las últimas tres décadas, lo que representa una reducción mayor que la registrada en los países del Anexo I que suscribieron el Protocolo de Kyoto. Otra forma de inspirar confianza es a través de la adaptación al cambio climático, lo que se ha denominado como aclimatación de las economías, desde la gestión de las costas y la atención de la salud hasta el desarrollo de la agricultura y las infraestructuras. Todo ello depende en gran medida de una buena planificación así como de la asistencia financiera de la que se disponga. Los donantes bilaterales y multilaterales, los bancos de desarrollo regional y los flujos inversores internacionales que se dirijan a los países en desarrollo deben reflejar esta adaptación en sus decisiones de inversión.


El PNUMA y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo están liderando la adaptación en ocho países en desarrollo en el marco de la estrategia de Naciones Unidas como entidad única. Es preciso realizar un análisis más amplio acerca de lo que puede hacerse, con las Naciones Unidas como plataforma central, y aplaudir toda iniciativa o itinerario que contribuya a reducir el cambio climático, incluidas las iniciativas y colaboraciones sectoriales que surjan de manera voluntaria. Asimismo, es necesario estudiar el modo en que otros acuerdos multilaterales en materia medioambiental pueden contribuir a la consecución de los objetivos generales.


El Protocolo de Montreal, cuya finalidad es ir reduciendo los gases que causan la destrucción de la capa de ozono, ha logrado disminuir de forma significativa el nivel de clorofluorocarbonos, compuestos químicos que solían encontrarse en productos como los sprays para el pelo y que están estrechamente relacionados con el cambio climático. Nuevos estudios indican que el nivel en que se ha logrado contrarrestar el calentamiento de la Tierra ha sido cuatro veces mayor que el previsto en el Protocolo de Kyoto. Asimismo, los productos químicos que son respetuosos con el ozono también dejan algún tipo de huella en el clima. Los científicos estiman que una aceleración de la retirada de estos productos químicos, combinada con otras medidas técnicas, supondrían la mitad de la reducción de emisiones prevista en el Protocolo. El enfoque centrado en el cambio climático y el trabajo de los tres enviados especiales se orientan actualmente hacia la próxima conferencia sobre el cambio climático que tendrá lugar en Bali (Indonesia) en diciembre de 2007, donde el mundo estará esperando que se adopten acciones concretas.


Las Naciones Unidas, por su parte, también están analizando sus propios ámbitos de actuación. El Plan Maestro de Mejoras para el acondicionamiento de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York está estudiando la forma de introducir en el proyecto medidas verdes a fin de crear un ejemplo brillante de lo que es un edificio respetuoso con el medio. Forma parte de un análisis más amplio acerca de cómo las operaciones de las Naciones Unidas, desde las actividades de construcción hasta el suministro de bienes y servicios, pueden hacerse eco del desafío de la sostenibilidad.El galardonado periodista gráfico Gary Braasch ha viajado por todo el mundo para documentar los cambios ambientales producidos por el calentamiento del clima. En septiembre de 2007 se publicará un libro con sus fotografías, titulado Earth under Fire: How Global Warming is Changing the World (La tierra incendiada: cómo cambia el mundo por efecto del calentamiento global). Su obra presenta una guía ilustrada sobre el cambio climático y sus soluciones, que incluye imágenes de diferentes pueblos, paisajes y animales que se encuentran en peligro debido al deshielo de los glaciares y los casquetes polares, la erosión de las costas y el aumento del nivel del mar. Cuatro de sus fotografías aparecen en las páginas 5, 19, 23 y 25 de la presente edición de la Crónica ONU.

 

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