25 de octubre de 2023

En una escena del documental The Forbidden Reel hecho por Ariel Nasr en 2019, Ibrahim Arify, expresidente de Afghan Film, el archivo cinematográfico nacional afgano, hojea fotografías a color de un anodino complejo inmobiliario. “Todo el lugar estaba así, lleno de nidos de pájaros”, afirma señalando a una foto de un parduzco corredor con grandes zonas dañadas pegada en una pared de color turquesa. “Estos son pájaros que anidan en los lugares abandonados.” La película narra como en 1996 parte de los archivos cinematográficos de Afganistán fueron salvados de los talibanes por trabajadores que ocultaron películas tras una falsa pared. “Sacad todas las películas. Si se esconda una sola, lo pagaréis con la vida”, les dijeron. Los talibanes quemaron todas las películas que los trabajadores no pudieron esconder. Lo más significativo de esta historia es que personas comunes pusieran sus vidas en peligro para preservar un acervo de películas que consideraban su patrimonio cinematográfico nacional.

La valerosa acción de los empleados de Afghan Film es solo un ejemplo (si bien uno extraordinario) de lo poderoso e importante que puede ser el cine y de cómo un conjunto de películas puede constituir un “patrimonio cinematográfico” con un profundo impacto en las identidades e historias culturales, nacionales o institucionales. Desde el punto de vista de la conservación, el detalle de los pájaros anidando en los archivos es un ejemplo extremo de un conocido fenómeno: el de archivos expuestos a múltiples amenazas para su preservación y supervivencia a largo plazo, entre ellas el descuido, el deterioro físico y los conflictos políticos. Las películas y las grabaciones radiofónicas son especialmente vulnerables. Deben custodiarse en entornos de temperatura y humedad controladas y, a diferencia de los archivos en papel, precisan de la intermediación de equipos especiales para poder ser visualizadas y escuchadas.

El lema de este año para el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual (27 de octubre de 2023), “Tu ventana al mundo”, alude a las destacadas cualidades de las grabaciones audiovisuales. En particular, las imágenes en movimiento pueden tener una resonancia de la que quizá ningún otro medio es capaz. Desde sus inicios, las Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconocieron el cine como un poderoso medio para la comunicación y la educación. La UNESCO, cuyo mandato se centra, por una parte, en la preservación del patrimonio cultural y, por otra, en lo que llama “comunicación de masas” (el potencial de medios como la radio, la televisión, la prensa y el cine para llegar a grandes audiencias), no solo utilizaba los medios de comunicación para poner en práctica muchos de sus programas, sino que también, desde un momento muy temprano, se ocupó de la conservación del patrimonio audiovisual. La asimilación de este empeño puede apreciarse en la institución, en el año 2006, del Día Mundial del Patrimonio Audiovisual, conmemorando la Recomendación sobre la Salvaguardia y la Conservación de las Imágenes en Movimiento, emitida por la UNESCO en 1980. Tiempo antes, en 1952, la UNESCO había organizado una Conferencia Internacional de Artistas durante la XXVI Bienal de Venecia. El resultado de la Conferencia fue un proyecto de resolución publicado por el Comité Cinematográfico, que hoy en día sigue estando tan vigente como entonces: “La Conferencia, reconociendo el valor del cine como forma de expresión artística y el valor histórico de las películas del pasado, […] muchas de las cuales desgraciadamente se han perdido para la posteridad o están en riesgo de perderse, insta a todos los Gobiernos […] a adoptar las medidas para la creación de archivos cinematográficos nacionales.”

Por su parte, las Naciones Unidas, poco después de su constitución, establecieron un órgano específico para el cine, el United Nations Film Board (UNFB), en 1947. En 1949 el UNFB produjo una serie de documentales, entre ellos uno titulado First Steps, ganador de un Premio de la Academia, en que seguía a unos niños discapacitados mientras nadaban, tocaban música, practicaban artes, comían y se ejercitaban como parte de su terapia ocupacional y física. La UNESCO trabajó con el UNFB y productores cinematográficos nacionales e internacionales para facilitar, financiar o influenciar de otro modo en la producción de películas dedicadas a la propia UNESCO y su labor, pero no fue hasta 1951 cuando la UNESCO comenzó a producir realmente sus propias películas.1 Un ejemplo de película producida por la UNESCO es el documental de 1954 Tiempo de la esperanza, de Paul Rotha y Basil Wright. La cinta retrata la vida y la lucha de algunas personas de México y Tailandia, describiendo al mismo tiempo los programas de las Naciones Unidas y de la UNESCO y la concepción humanista de la estabilidad mundial en que se basan. En su día, fue elogiada por la crítica, en particular por The New York Times, que, supuestamente, la describió como “una verdadera obra maestra de sensibilidad y de realismo”.

Vista de la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París. ©UNESCO/Christelle Alix (2017)

Tiempo de la esperanza, junto con las aproximadamente 4.000 horas de imágenes en movimiento de los 12.500 rollos de película de 16 y 35 mm que albergan los Archivos de la UNESCO, sigue sin estar digitalizada, por lo que resulta de difícil acceso. Aparte de las películas, los archivos cinematográficos de la UNESCO contienen vídeos en numerosos formatos. Parece lógico que el mandato de la UNESCO de preservar el patrimonio cultural y audiovisual comprenda medidas para preservar y hacer accesible su propio patrimonio cinematográfico. Se han hecho grandes esfuerzos por digitalizar la colección en los últimos años, con acuerdos con el Institut national de l’audiovisuel de Francia en 2009 y 2015 para digitalizar 70 horas de películas y vídeos, y la digitalización de casi 200 películas y vídeos durante el proyecto Digitalizar nuestra historia compartida por la UNESCO (2017–2020), financiado por el Japón. No obstante, en realidad, como sucede con casi todos los archivos, la escasez de recursos dificulta la total accesibilidad del patrimonio cinematográfico de la UNESCO e impide garantizar las condiciones óptimas para su conservación a largo plazo.

Desde sus inicios, las Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconocieron el cine como un poderoso medio para la comunicación y la educación.

Los archivos cinematográficos de la UNESCO, como parte de los archivos generales de la Organización, se custodian en la sede de esta en París. Afortunadamente, todas las películas hechas de nitrato, una sustancia conocida por su alta inflamabilidad, están almacenadas en un entorno seguro y controlado en el Centre national du cinéma de Francia. Con la ayuda de los Estados miembros de la UNESCO, se están haciendo esfuerzos por mejorar las condiciones de almacenamiento de las películas en la sede y por elaborar un inventario completo. Sin embargo, aún es necesario un gran volumen de trabajo para digitalizar, describir, publicar y realojar las películas, muchas de las cuales sufren el síndrome del vinagre, una enfermedad contagiosa que afecta a las cintas de acetato.

Un hecho tan sorprendente como tentador es que los archivos cinematográficos de la UNESCO aún no están totalmente documentados ni conocidos. Existe un potencial por explorar de las películas actualmente disponibles y de la documentación asociada, como expedientes de producción y artículos de prensa, que están pendientes de descubrir, estudiar y reutilizar. El personal de los archivos de la UNESCO ha tratado de conseguir fondos para proseguir la labor que ya partió con las iniciativas de digitalización antes mencionadas, con el fin de abrir los archivos para su consulta y utilización (concediendo derechos de autor) y de evitar que se siga deteriorando este poco conocido pero extremadamente valioso patrimonio. 

Al igual que los archivos que mantienen las Naciones Unidas, los archivos cinematográficos de la UNESCO constituyen un registro visual rico y único de países, pueblos, culturas y organizaciones de todo el mundo, que documenta experimentos de cooperación internacional desde el período de postguerra hasta los años ochenta. Las películas abarcan gran amplitud de temas, como la reconstrucción tras la guerra, el medio ambiente y la sostenibilidad, los derechos humanos, asuntos de género, educación, arte y arquitectura, ciencia, tecnología y un largo etcétera, a menudo con versiones en distintas lenguas. Gran parte del metraje documenta grabaciones, eventos, entrevistas y conferencias. Aparte de las películas producidas o subvencionadas por la UNESCO, en los archivos existen películas producidas por otras entidades como parte de la Filmografía de Referencia puesta a disposición del personal de la UNESCO a lo largo de las décadas, películas que han sido proyectadas en el cine propio de la Organización.

Al mismo tiempo, las películas de los archivos de la UNESCO constituyen un importante patrimonio cinematográfico internacional que se entrelaza con el de las Naciones Unidas. A diferencia de los heroicos actos de aquellos archiveros afganos, la protección de los archivos no constituye peligro alguno para la seguridad de nuestro personal. La intencionalidad inherente a sus esfuerzos por salvar los archivos rara vez se ha manifestado de forma tan clara y dramática. Sin embargo, nosotros también tenemos nuestros propios casos de nidos de pájaro. El trabajo realizado por proteger los archivos audiovisuales de la UNESCO y de las Naciones Unidas es fundamental para la supervivencia del patrimonio de ambas organizaciones y para que se transmita el legado de sus constantes esfuerzos.

Nota

1 Suzanne Langlois, “And Action! UN and UNESCO Coordinating Information Films, 1945–1951”, en A History of UNESCO: Global Actions and Impacts, Poul Duedahl, ed. (Basingstoke, Reino Unido, Palgrave Macmillan, 2016).

 

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