Cuando las personas del mundo animen a sus equipos nacionales al entrar en el Estadio Olímpico de Río de Janeiro (Brasil) durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos el 5 de agosto de 2016, los espectadores notarán algo nuevo. Por primera vez, un equipo de atletas compuesto íntegramente por refugiados desfilará con orgullo tras la bandera olímpica como parte del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados.

En un esfuerzo por que el mundo cobre más conciencia sobre la magnitud de la crisis mundial de refugiados, el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció la creación del primer Equipo Olímpico de Atletas Refugiados de la historia durante el septuagésimo período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015. Diez atletas del Equipo competirán codo con codo con equipos de los 206 Comités Olímpicos Nacionales. Representarán a los 65 millones de refugiados de todo el mundo que se han quedado sin hogar debido al conflicto y la guerra. Los atletas refugiados demostrarán al mundo que, a pesar de las tragedias inimaginables que han padecido, cualquier persona puede contribuir a la sociedad con sus talentos, aptitudes y la fuerza del espíritu humano. El Equipo servirá de símbolo de esperanza para todos los refugiados del mundo y de señal para la comunidad internacional de que los refugiados son nuestros congéneres y enriquecen a la sociedad. De esta manera, el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados representa los valores universales de la tolerancia, la solidaridad y la paz. Es un recordatorio del objetivo general del Movimiento Olímpico: hacer del mundo un lugar mejor a través del deporte.

El Equipo Olímpico de Atletas Refugiados también pone de relieve los ideales que unen al COI y a las Naciones Unidas. Ambas organizaciones se basan en los valores comunes de la tolerancia, la solidaridad y la paz. Su objetivo común es el desarrollo pacífico de la humanidad.

Estos valores son el eje del Movimiento Olímpico y se establecen en la Carta Olímpica, que codifica los principios del olimpismo concebidos por Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos. La Carta Olímpica especifica que: “El objetivo del Olimpismo es poner siempre el deporte al servicio del desarrollo armónico del hombre, con el fin de favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana”.

En el deporte olímpico, todo el mundo es igual, independientemente de su origen, género, condición social o creencias. Este principio de no discriminación en el deporte permite a los Juegos Olímpicos promover la paz y la comprensión entre todos los pueblos. El deporte es uno de los pocos ámbitos de la actividad humana que ha logrado una ley universal: con independencia del lugar del mundo en el que practiquemos deporte, las normas son las mismas, los cien metros lisos son siempre los cien metros lisos, dondequiera que se esté. Las normas se basan en los valores universales del juego limpio, el respeto y la amistad y se reconocen en todo el mundo.

En nuestro mundo globalizado, el deporte tiene un poder único para reunir a las personas. Los Juegos Olímpicos nos dan la esperanza de que es posible un mundo mejor, porque son un ejemplo de interacción pacífica mundial.

La Villa Olímpica es la mejor muestra de este espíritu de unidad en la diversidad. En la Villa, los atletas de los 206 Comités Olímpicos Nacionales conviven en armonía bajo el mismo techo y sin ningún tipo de discriminación. En lo que es literalmente una aldea global, llegan a conocerse y entenderse a nivel humano al compartir sus experiencias, emociones y comidas. También comparten el respeto por la excelencia, ya sea en la victoria o en la derrota. Así, los atletas olímpicos dan ejemplo al mundo entero, mostrando que es posible participar en la competición y, al mismo tiempo, vivir juntos en paz.

En este sentido, las Naciones Unidas y el Movimiento Olímpico comparten no solo los mismos objetivos, sino también los mismos principios sobre cómo hacer del mundo un lugar mejor. Las actividades de ambas organizaciones ponen de relieve la importancia de los principios de la universalidad, la igualdad, la no discriminación y la observancia de las normas. Esto es lo que acertadamente resume el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon cuando dice que: “los principios olímpicos son los principios de las Naciones Unidas”. La armonización de los objetivos y principios hace que las Naciones Unidas y el COI sean asociados naturales en la persecución de ideales comunes.

El deporte es una parte integral de la moderna y diversa sociedad actual. A través de su alcance mundial y atractivo universal, el deporte desempeña un importante papel en la promoción del desarrollo de una sociedad pacífica. Este entendimiento mutuo del papel del deporte constituye el núcleo de la asociación entre las Naciones Unidas y el COI.

En 2014 el COI, reconociendo el papel único del deporte en el mundo actual, aprobó la Agenda Olímpica 2020, compuesta por una serie de 40 recomendaciones que constituyen la hoja de ruta estratégica para el futuro del Movimiento Olímpico. Las recomendaciones dan una visión clara de la forma de fortalecer los valores del deporte en una sociedad moderna y de proteger el carácter único de los Juegos Olímpicos. La Agenda Olímpica 2020 se basa en el reconocimiento de que, en un mundo globalizado, el deporte tiene que poner su poder integrador y unificador al servicio de la humanidad. Para el COI, las recomendaciones de la Agenda Olímpica 2020 implican abrirse a la sociedad y buscar activamente asociados para promover nuestros objetivos. En nuestro mundo sumamente interconectado e interdependiente, los avances en la salvaguardia de los valores del deporte y el fortalecimiento del deporte en la sociedad requieren cooperación. Para que el deporte pueda servir a la humanidad, debe interactuar con la sociedad. La Agenda Olímpica 2020 ofrece el marco para que el COI desempeñe este papel activo en el mundo.

La culminación de este sentido renovado de cooperación es la asociación más estrecha entre el COI y las Naciones Unidas en los últimos años. Quizá la mejor expresión de este espíritu de asociación reside en la tradición de la tregua olímpica. La base para que los antiguos Juegos Olímpicos se celebrasen en paz era una tregua sagrada —la ekecheiria— que garantizaba el cese de las hostilidades y permitía el paso seguro de los atletas y espectadores a la antigua Olimpia y de vuelta a casa.

En estrecha cooperación con el COI, las Naciones Unidas están continuando esta tradición de 3.000 años de antigüedad. Reconociendo la importancia simbólica de la tregua olímpica en el mundo actual, la Asamblea General ha aprobado una resolución relativa a ella antes de todos y cada uno de los Juegos Olímpicos desde 1994. Recientemente, el 26 de octubre de 2015, la Asamblea aprobó la resolución 70/4 titulada “Construcción de un mundo pacífico y mejor mediante el deporte y el ideal olímpico”, con el apoyo de más de 180 Estados Miembros. En ella se insta a los países a observar la tregua olímpica desde el séptimo día anterior a la inauguración de los XXXI Juegos Olímpicos de Verano, el 5 de agosto de 2016, hasta el séptimo día posterior a la clausura de los XV Juegos Paralímpicos de Verano,
el 17 de septiembre, que también se celebrarán en Río.

Más allá de la tregua olímpica, la asociación entre las Naciones Unidas y el COI ha crecido en muchos ámbitos diferentes. El memorando de entendimiento firmado entre las dos organizaciones en 2014 supuso un avance importante en la persecución de nuestros objetivos comunes. Aunque la Asamblea General había reconocido al COI la condición de Observador Permanente en 2009, este primer memorando de entendimiento entre las Naciones Unidas y el Comité creó un marco formal de colaboración en muchas esferas importantes en las que el deporte puede fomentar la integración social y el desarrollo económico. Entre estas esferas se incluye la educación de calidad, la salud, el empoderamiento de las mujeres y las niñas y la consolidación de la paz. En virtud de este marco, el COI, junto con los Comités Olímpicos Nacionales, las federaciones deportivas internacionales, los Comités Organizadores y los atletas, trabajará con los Estados Miembros, los Enviados Especiales, los Asesores Especiales y los Embajadores de Buena Voluntad, así como los organismos especializados, los fondos y los programas de las Naciones Unidas.

En un nuevo hito de esta asociación, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por la Asamblea General en la resolución 70/1, de 25 de septiembre de 2015, reconoció específicamente el deporte como un “importante facilitador” para fomentar la paz y el entendimiento. La nueva agenda reconoce que “el deporte contribuye cada vez más a hacer realidad el desarrollo y la paz promoviendo la tolerancia y el respeto, y que respalda también el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, las personas y las comunidades, así como los objetivos en materia de salud, educación e inclusión social”.

El deporte puede ayudar a impulsar los esfuerzos de la comunidad internacional de maneras muy concretas en lo que se refiere a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Agenda 2030, que guiará el desarrollo económico y social en todo el planeta durante los próximos 14 años. El carácter transversal del deporte le permite abordar varios de los Objetivos simultáneamente. El deporte puede desempeñar un papel especialmente importante en la garantía de una vida saludable (Objetivo 3), la garantía de una educación inclusiva y equitativa (Objetivo 4), el logro de la igualdad de género (Objetivo 5) y la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas (Objetivo 16). El COI apoya los Objetivos y, en cooperación con los Comités Olímpicos Nacionales y a través de sus propias iniciativas, desempeña un papel activo a la hora de ayudar a todos los países en sus esfuerzos por cumplir esta ambiciosa agenda.

Otro ámbito oportuno de cooperación entre las Naciones Unidas y el COI es el apoyo a los refugiados en todo el mundo. Aunque el COI ha colaborado con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) durante más de 20 años para ayudar a los refugiados en muchos campamentos de todo el mundo, la actual crisis de refugiados ha impuesto una urgencia renovada a nuestras organizaciones para llevar la ayuda y especialización adecuadas allí donde más se necesitan. El nombramiento en 2014 del Presidente Honorario del COI, Jacques Rogge, como Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para los Jóvenes Refugiados y el Deporte destaca la preocupación común de nuestras organizaciones por esta cuestión humanitaria. También recalca la idea común de que el deporte es una herramienta importante para empoderar a los jóvenes de las comunidades de refugiados. En vista de la actual crisis mundial de refugiados, el COI ha creado un fondo especial de 2 millones de dólares para desarrollar proyectos de socorro para refugiados a través del deporte en colaboración con Comités Olímpicos Nacionales de todo el mundo. Desde 2004, el COI y el ACNUR han organizado el programa “Dar es ganar”. En esta campaña mundial de solidaridad participan atletas, funcionarios y patrocinadores de los Juegos Olímpicos, los Comités Olímpicos Nacionales y otras partes interesadas del Movimiento Olímpico para prestar su apoyo a los refugiados y concienciar sobre su situación penosa.

El anuncio de la formación del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados durante la Asamblea General puso una vez más de relieve el interés común de nuestras organizaciones en ofrecer soluciones a una de las crisis más acuciantes de nuestro tiempo. Al organizar el Equipo, el COI trabajó estrechamente con el ACNUR, que proporcionará el Jefe Adjunto de Misión para el Equipo. Ambas organizaciones están explorando nuevas aguas al apoyar al Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, pero podemos basarnos en la experiencia de más de dos decenios de cooperación.

Los Juegos Olímpicos de Río de 2016 se celebran en un mundo frágil. La crisis de refugiados es solo uno de los numerosos desafíos a los que se enfrenta actualmente la comunidad internacional. Más que nunca, el mundo necesita los valores de la tolerancia, la solidaridad y la paz. Como organizaciones unidas por estos valores comunes, las Naciones Unidas y el COI se encuentran en una posición única para trabajar por un mundo mejor y más pacífico. Los Juegos transmitirán un mensaje de esperanza muy necesario en épocas difíciles. Este mensaje es quizá el legado más importante que llevarán los Juegos Olímpicos a Río de Janeiro (Brasil) y al mundo.