La humanidad debe mucho a los océanos en muchos aspectos de la vida. De hecho, los océanos son esenciales porque proporcionan ecosistemas de incalculable valor, regulan el clima y constituyen una importante base cultural para los millones de personas que viven cerca del mar.

Ya es hora de que les correspondamos y dejemos de tratar a nuestros océanos como vertederos de desechos. Hoy, nuestros océanos están amenazados por factores que comprenden desde múltiples formas de contaminación hasta el cambio climático y las prácticas pesqueras no sostenibles, todos los cuales son consecuencia de la actividad humana. Esta es la razón por la que la comunidad internacional, al aprobar la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), estableció específicamente el ODS 14, que nos encarga "conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible". Esto es esencial para la sostenibilidad, y hay mucho por hacer. Para alcanzar el ODS 14 es necesario trabajar en equipo y mantener un espíritu de colaboración entre las diversas partes interesadas de muchas naciones y sectores.

PERSPECTIVAS DE CRECIMIENTO AZUL

Las metas y objetivos establecidos en el ODS 14 son idénticos a los enunciados en la Iniciativa sobre el Crecimiento Azul promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para conciliar el crecimiento económico relacionado con los océanos y la mejora de los medios de subsistencia y la equidad social.

Dado que 3.000 millones de personas dependen en última instancia de la biodiversidad marina y costera, todas las naciones están de acuerdo en la necesidad de intensificar los esfuerzos para proteger los océanos y los mares, especialmente en la era del cambio climático, cuando las intervenciones transformadoras y globales son todavía más urgentes. Los océanos abarcan casi tres cuartas partes de la superficie de la Tierra, y almacenan una tercera parte de todas las emisiones de carbono procedentes de la actividad humana. Los océanos son parte de la solución, y debemos hacer que ocupen un lugar clave en nuestros esfuerzos por luchar contra el cambio climático y mitigar sus efectos.

Los investigadores han descubierto que el plancton, los peces y los mamíferos marinos pueden confundir el material plástico con la comida, y también que los contaminantes prohibidos abundan en organismos que viven a más de 10 km por debajo de la superficie del océano. La acidificación de las aguas, que ha aumentado un 25% desde la Revolución Industrial y que es un síntoma revelador del exceso de emisiones de gases de efecto invernadero, puede afectar al crecimiento de los peces y los invertebrados y a sus modelos reproductivos.

La protección y el uso responsable de nuestros océanos es una tarea conjunta. Todos estamos en el mismo barco. Se trata, por tanto, de aprovechar las posibles alianzas que van más allá de la producción industrial y de implicar, en particular, a las comunidades y a los consumidores. No olvidemos que tanto el ODS 14 como toda la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se han adoptado como respuesta a las demandas de los pueblos. El llamamiento público a la acción y a la rendición de cuentas es muy firme. De hecho, desde 2003, la producción de alimentos marinos certificados en el marco de iniciativas mundiales de sostenibilidad se ha multiplicado por 40. Esto representa más de una séptima parte de toda la producción pesquera, proporción que está alcanzando rápidamente —y espero y confío que pronto superará— a la sexta parte de los alimentos marinos capturados de manera ilegal, no declarados o no reglamentados.

APROVECHAR EL IMPULSO DEL ACUERDO SOBRE MEDIDAS DEL ESTADO RECTOR DEL PUERTO

La FAO está liderando campañas para la aplicación de reglas equitativas en un sector internacional donde los ingresos netos de la exportación mundial de los países en desarrollo valen más que los del comercio de cualquier producto agrícola. Cuando no se respetan las leyes, es más difícil actuar en apoyo de los medios de subsistencia humanos y de la sostenibilidad de las poblaciones de peces.

Una iniciativa muy importante en este esfuerzo es el Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto Destinadas a Prevenir, Desalentar y Eliminar la Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada (la pesca INDNR). La FAO redactó y preparó los acuerdos incluidos en este tratado, que está concebido para actuar contra todos los buques pesqueros furtivos e impedir que sus capturas —cuyo volumen se calcula en más de 26 millones de toneladas al año, lo que representa un valor de 23.000 millones de dólares— entren en los mercados. El Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto, que entró en vigor en 2016, marca una nueva era que va mucho más allá de las anteriores normas de los Estados del pabellón y del puerto y que exige que todos los buques se sometan a inspecciones dondequiera que atraquen, aunque solo sea para reabastecerse.

El Acuerdo es especialmente importante, ya que una de las metas concretas del ODS 14 es poner fin de manera eficaz a la pesca INDNR para 2020 —de aquí a tres años— con el fin de restablecer las poblaciones de peces, en el plazo más breve posible, a niveles que permitan obtener el máximo rendimiento sostenible. Poner fin a la pesca INDNR en la fecha señalada exigirá que todos arrimemos el hombro. La fundamental importancia del estricto cumplimiento del Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto y de los protocolos de ordenación pesquera es obvia. También lo es la importancia de las iniciativas encaminadas a reducir y recuperar los aparejos de pesca abandonados en el mar, que se calcula representan hasta 640.000 toneladas de basura en los océanos cada año, esto es, una décima parte del total. La FAO promueve activamente normas más estrictas para el marcado de los aparejos de pesca, hecho que los participantes de la industria reconocen golpearía duramente a la pesca INDNR y facilitaría la recuperación de redes y otros equipos que, cuando se pierden o se tiran por la borda, siguen enredando a los peces.

COOPERACIÓN INTERNACIONAL

La FAO participa en la ejecución de muchos programas destinados a promover la pesca sostenible y a preservar los recursos marinos. Uno de ellos, el Programa Nansen, se ejecuta en colaboración con el Gobierno de Noruega. Durante los últimos 40 años, buques financiados por Noruega que navegan bajo el pabellón de las Naciones Unidas han realizado actividades de investigación que han contribuido a aumentar de forma considerable nuestros conocimientos sobre los ecosistemas submarinos y la pesca de subsistencia de los que dependen tantas personas en todo el mundo, especialmente las que viven en los países en desarrollo de África y Asia. El Programa nos ha permitido mejorar la investigación y las actividades donde las observaciones marinas son muy limitadas, así como comprender mejor los efectos del cambio climático y otros factores externos, como la contaminación, en los ecosistemas acuáticos. Esto es crucial para que los países en desarrollo puedan incrementar la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades costeras, especialmente en lo que respecta a la pesca en pequeña escala.

INCLUIR A LOS PUEBLOS DEL MAR

El camino a seguir debe garantizar que el cambio hacia la sostenibilidad produzca beneficios para las personas que más dependen del mar: los habitantes de los pequeños Estados insulares en desarrollo y los pescadores artesanales a pequeña escala, especialmente los de los países en desarrollo. Estos Estados y comunidades carecen de la competencia y la capacidad necesarias para realizar por sí solos todos los cambios pertinentes. Aunque la FAO brinda ayuda y asesoramiento, es crucial que todos, especialmente los que estén mejor capacitados para realizar la tarea, asuman la responsabilidad de intensificar los esfuerzos contrayendo compromisos aún más ambiciosos. La pesca responsable en las aguas nacionales e internacionales, los conocimientos apropiados, las transferencias de tecnología y la colaboración para introducir los productos pesqueros en los mercados mundiales son imprescindibles.

En la actualidad, unos 120 millones de personas dependen de la pesca comercial para su subsistencia, y casi el 90% de ellas trabajan en la pesca en pequeña escala en los países en desarrollo, especialmente de África y Asia. Se encuentran entre las comunidades más pobres del mundo y corren el riesgo de sufrir una marginación aún mayor si no reconocemos la importancia de la pesca en pequeña escala.

Por tanto, la pesca y la acuicultura sostenibles son cruciales en nuestro intento de implementar la Agenda 2030, y no solo para lograr el ODS 14, sino también para erradicar la pobreza extrema y el hambre, como se establece en los ODS 1 y 2.