24 de junio de 2022

Todos nosotros estamos intrínsecamente conectados con el océano. Como prueba de esta conexión, basta con pensar en el hecho de que el 50 % del oxígeno del planeta lo producen los océanos. Basta con pensar en cómo el océano alimenta a millones de personas y, después, absorbe la mayor parte del calor atrapado en el sistema atmosférico de la Tierra, lo que estabiliza nuestro clima. A cambio de toda esta generosidad, las actividades humanas están provocando que el estado de salud oceánico entre en una espiral de declive.

El aumento de las emisiones de carbono antropogénicas están haciendo que el océano sea más ácido, lo que debilita su capacidad de sostener la vida submarina y terrestre. Los residuos plásticos están penetrando en los ecosistemas marinos, y el calentamiento atmosférico y oceánico provoca la muerte de corales y el inexorable aumento de los niveles del mar. Si las tendencias actuales continúan, es posible que más de la mitad de las especies marinas del mundo estén extinguidas de aquí a 2100.

Existen muchas soluciones que pueden ayudar a restaurar la salud de los océanos, pero todas ellas necesitan acción, tanto de los líderes mundiales como de los ciudadanos corrientes de todos los sectores de la sociedad. Nuestro planeta no puede gozar de buena salud sin un océano saludable, y este cada vez está peor.

No obstante, a pesar de este apreciable declive, está en nuestras manos convertir el 2022 en el año en que logremos detener el empeoramiento de la salud oceánica. A este respecto, se están llevando a cabo numerosas iniciativas mundiales. En 2022, celebramos el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales, y tanto la acuicultura como la pesca artesanal son claves para lograr la sostenibilidad. El año pasado lanzamos el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible y el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas para apoyar la consecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Por otra parte, en la vigésimo sexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP 26, celebrada en Glasgow, Escocia, en 2021, se decidió que las consideraciones sobre los océanos debían integrarse en la labor actual de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), lo que nos hace ser optimistas sobre la posibilidad de que se hagan progresos reales a la hora de abordar problemas como el calentamiento y la acidificación de los océanos. Efectivamente, si hacemos frente a estas dos cuestiones, la salud de los océanos se verá reforzada y garantizaremos su capacidad única de secuestrar el carbono.
 

Además de estos factores positivos y de los muchos otros eventos relacionados con el océano que se celebran este año, hay seis importantes reuniones internacionales que pueden resultar conjuntamente en la detención del declive del océano.

Además de estos factores positivos y de los muchos otros eventos relacionados con el océano que se celebran este año, hay seis importantes reuniones internacionales que pueden resultar conjuntamente en la detención del declive del océano. Uno de estos eventos, la quinta sesión reanudada de la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, celebrada en Nairobi a principios de este año, acordó por consenso iniciar las negociaciones sobre un tratado global vinculante para acabar con la contaminación plástica. Tiramos actualmente 11 millones de toneladas métricas de plástico al océano cada año, y se prevé que esta cantidad se multiplique por dos de aquí a 2030 y por tres de aquí a 2050. El tratado propuesto puede acabar con esta tendencia inconsciente.

En segundo lugar, la duodécima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) tuvo lugar del 12 al 15 de junio en Ginebra, donde, tras dos décadas de negociación, la OMC logró alcanzar un consenso general sobre la prohibición de subsidios que contribuyan a la sobrepesca. Cada año, más de 20.000 millones de dólares de los Estados Unidos de fondos públicos se destinan a subvenciones que benefician principalmente a flotas pesqueras industriales, una acción descrita por muchos como lo más dañino que podemos hacer a los ecosistemas oceánicos. Lo siguiente que deben hacer los países es ratificar el acuerdo, tras lo cual se espera que la salud de los océanos se beneficie enormemente.

Embajador Peter Thomson, Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para los Océanos. Imagen proporcionada por el autor.

En tercer lugar, la reanudación de la Conferencia intergubernamental sobre la diversidad biológica marina de las zonas situadas fuera de la jurisdicción nacional ofrece una oportunidad para concluir un tratado robusto y funcional para la gobernanza de las zonas de alta mar, protegiendo así uno de los bienes comunes globales más críticos del planeta. Si los Estados Miembros pueden llegar a un consenso, podrían tener el tratado listo a finales de 2022.

En cuarto lugar,  la Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 15), que se celebrará a finales de este año, podría adoptar la nueva meta de proteger el 30 % de las tierras y los mares del planeta de aquí a 2030. Esta decisión sería un importante punto de inflexión para áreas marinas protegidas y, por tanto, para la salud de los océanos.

En quinto lugar, los Gobiernos de Kenya y de Portugal organizan conjuntamente la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en Lisboa del 27 de junio al 1 de junio. En ella se lanzará una flota de soluciones innovadoras basadas en la ciencia. Estas se promoverán a través de asociaciones sólidamente financiadas, que representan la implementación efectiva del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14, que busca conservar y utilizar de manera sostenible los recursos oceánicos.

Y, por último, en la COP 27 de la CMNUCC, que se reunirá en Sharm el-Sheik, Egipto, en noviembre, debemos cumplir con el objetivo y la voluntad política de adoptar medidas de adaptación al clima y lograr la financiación necesaria para doblegar la curva en la dirección de la seguridad, la equidad y la sostenibilidad. 

No debemos desaprovechar las oportunidades que presenta la extraordinaria confluencia de ocasiones en 2022 para que la acción por el océano sea decisiva.

Para detener el declive de la salud de los océanos este año debemos emprender acciones positivas en estas seis reuniones. Y, aunque al hablar en primera persona nos refiramos principalmente a los Estados Miembros, todos nosotros debemos sentirnos concernidos individualmente. No debemos desaprovechar las oportunidades que presenta la extraordinaria confluencia de ocasiones en 2022 para que la acción por el océano sea decisiva. Comprometámonos todos a transformar nuestra relación con la naturaleza para que sea respetuosa y equilibrada. Y hagámoslo por nuestros hijos y nietos, para que puedan vivir la vida segura que deseamos que tengan en un planeta saludable.

Para obtener más información sobre océanos y contexto histórico sobre la primera Conferencia sobre los Océanos, consulte nuestro tema especial de 2017, "Our Ocean, Our World" ("Nuestros océanos, nuestro mundo"), que incluye un ensayo clave del Embajador Thomson, en ese momento Presidente del septuagésimo primer período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. 


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