8 de septiembre de 2022

En 2020 y 2021 se produjo una media diaria de seis ataques contra la educación en todo el mundo, según se recoge en la publicación Education Under Attack 2022 de la Coalición Mundial para la Protección de la Educación contra los Ataques (GCPEA). Estos ataques tan extendidos provocan lesiones, daños e incluso víctimas mortales, además de impedir que los estudiantes reciban una educación.   

Durante los conflictos armados, las fuerzas armadas gubernamentales y los grupos armados no estatales bombardean e incendian escuelas y universidades, y estudiantes y docentes son víctimas de asesinatos, lesiones, violaciones, secuestros, detenciones arbitrarias y reclutamientos en las propias instituciones educativas o en sus inmediaciones. Las fuerzas y grupos armados utilizan asimismo las escuelas y las universidades para fines militares, por ejemplo, para el establecimiento de bases, posiciones de tiro y centros de detención.

Hoy celebramos el tercer Día Internacional para Proteger la Educación de Ataques. Es una fecha para llamar la atención sobre los millones de niños y niñas y de jóvenes que viven en situaciones de conflicto, sin poder acceder a la educación. También se reivindica la protección de las escuelas, los estudiantes y los docentes. En 2020, Qatar y 62 copatrocinadores presentaron la Resolución 74/275 de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la que se insta a respetar esta importante cuestión.

La GCPEA, el Sistema de las Naciones Unidas y nuestros asociados han tomado medidas importantes para proteger la educación en los conflictos armados, incluyendo la aprobación de resoluciones relevantes de las Naciones Unidas y promoviendo la adhesión a la Declaración sobre Escuelas Seguras, respaldada actualmente por 114 Estados Miembros de las Naciones Unidas.

Sin embargo, el Día Internacional también sirve para recordar que debemos hacer más.  El punto de partida debe ser la próxima Cumbre sobre la Transformación de la Educación que se celebrará los días 16, 17 y 19 de septiembre de 2022 en la Sede de las Naciones Unidas, donde se anunciarán nuevos compromisos para proteger las escuelas y las universidades, así como a sus estudiantes y personal. Debemos, por tanto, intensificar nuestro llamamiento a un mayor respaldo y aplicación de la Declaración sobre Escuelas Seguras.

Ataques contra la educación y uso militar de las escuelas y las universidades

La Coalición Mundial detectó más de 5.000 ataques denunciados contra la educación y casos de uso militar de las escuelas y las universidades en 2020 y 2021. En dichos ataques, más de 9.000 estudiantes y docentes de 85 países sufrieron daños. A escala mundial, en 2020 y 2021 se incrementaron las agresiones contra la educación y el uso militar de las escuelas y las universidades en comparación con los dos años anteriores. Dos terceras partes de los incidentes correspondieron a ataques a las escuelas, siendo Mali, la República Democrática del Congo y Palestina los países más afectados. La ocupación militar de las escuelas y universidades aumentó más del doble. En 11 países, los ataques contra la educación iban supuestamente dirigidos a las niñas y las mujeres por motivos de género.

Las agresiones contra la educación y el uso militar de las escuelas se ha mantenido en niveles alarmantes durante 2022. Por citar un ejemplo, más de 2.400 instituciones educativas han sido dañadas o destruidas por los bombardeos y el fuego de artillería en Ucrania desde la invasión rusa el 24 de febrero de 2022, según señala el Ministerio de Educación y Ciencia ucraniano.

Graves consecuencias para los estudiantes

La educación es fundamental, también durante la guerra. El acceso al aprendizaje puede proporcionar a los niños y los jóvenes los conocimientos y las capacidades necesarios para contribuir a sus comunidades y economías, así como las competencias para la resolución de controversias y la reconstrucción tras los conflictos. Más allá de impartir enseñanza, las escuelas y universidades pueden brindar un espacio seguro, establecer rutinas para los estudiantes y conectarlos con recursos de supervivencia, como la alimentación y los servicios de salud mental.

Los niños que viven en zonas afectadas por conflictos y crisis tienen dos veces más probabilidades de no estar escolarizados que aquellos que residen en otros lugares. Los ataques contra la educación contribuyen sustancialmente a esta carencia. 

A modo de ejemplo, en un estudio de caso que realizaron la GCPEA y Palestina se constató que cerca de una cuarta parte de todos los colegios de Gaza sufrieron daños por los explosivos lanzados desde tierra y aire en mayo de 2021. Debido a los daños en las instalaciones que provocaron los explosivos, los estudiantes y los profesores perdieron al menos 249 horas lectivas entre enero de 2019 y febrero de 2021. Estos ataques y la destrucción resultante se traducen en una pérdida de aprendizaje.

Después de los ataques, puede que los estudiantes no tengan una escuela o universidad a la que regresar.  Además, cuando las instalaciones educativas se reparan o las familias son reubicadas en otro lugar, el miedo y el trauma pueden impedir que los estudiantes reanuden sus estudios o interferir de otro modo en su aprendizaje. En concreto, las niñas y las mujeres tienen menos probabilidades de retomar su educación tras un ataque. Sus familias son más proclives a retenerlas en casa como medida de precaución. Sin embargo, un período sin recibir educación, por corto que sea, hace que las mujeres y las niñas sean vulnerables al matrimonio infantil o forzoso, y a otros riesgos que dificulten su regreso a la escuela.

La Escuela de Primaria Kibumba, en Kalemia, República Democrática del Congo, fue incendiada durante los conflictos entre comunidades que devastaron la provincia de Tanganyika. Con el apoyo de La Educación No Puede Esperar, UNICEF está construyendo seis nu

Progresos mediante la Declaración sobre Escuelas Seguras y otras iniciativas

El lanzamiento de la Declaración sobre Escuelas Seguras en 2015 fue un paso decisivo en la prevención y reducción del impacto de los ataques contra la educación. La Declaración constituye un compromiso político para proteger a los estudiantes, los docentes, las escuelas y las universidades durante los conflictos armados. Los gobiernos que respaldan la Declaración se comprometen a utilizar las Directrices para Prevenir el Uso Militar de Escuelas y Universidades durante Conflictos Armados, que ofrecen orientaciones específicas a las fuerzas armadas y grupos armados no estatales sobre la prohibición del uso de las escuelas para fines militares. La principal recomendación de la GCPEA para proteger la educación es que los Estados respalden la Declaración y apliquen las Directrices.

Otro compromiso fundamental en el marco de la Declaración tiene que ver con la supervisión y la información y, para ello, la GCPEA elaboró el paquete de herramientas para recopilar y analizar datos sobre ataques a la educación. Este recurso ofrece orientaciones a los gobiernos, las agencias de las Naciones Unidas y los agentes del desarrollo y humanitarios para recopilar y analizar datos a fin de entender mejor los ataques contra la educación, prevenirlos y responder a ellos. Gracias a una supervisión y un análisis mejorados es posible identificar a los atacantes y los tipos de ataques —como, por ejemplo, incendios provocados, bombardeos o pillaje— para que gobiernos y escuelas puedan adoptar medidas preventivas. También es fundamental depurar los datos para identificar las escuelas y universidades que deben ser reparadas y diseñar clases especiales para que los estudiantes afectados recuperen el tiempo perdido.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas también ha tomado una serie de medidas importantes para proteger la educación frente a los ataques. Entre dichas medidas figura la Resolución 2601 (2021) del Consejo, que condena los ataques a las escuelas y la población civil vinculada a las escuelas, e insta a los Estados Miembros a que formalicen medidas eficaces para prevenir y abordar los ataques, incluido a través de los marcos jurídicos nacionales.

La próxima Cumbre sobre la Transformación de la Educación, que tendrá lugar los días 16, 17 y 19 de septiembre de 2022, constituye otro paso importante del sistema de las Naciones Unidas. En esta Cumbre, los gobiernos se reunirán para impulsar medidas para la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 sobre garantizar una educación de calidad, también mediante la reinvención de la educación para todos los estudiantes y docentes y el abordaje de los efectos de la pandemia de la COVID-19 en el aprendizaje.

Próximos pasos: compromisos de la Cumbre y mayor respaldo a la Declaración

La Cumbre sobre la Transformación de la Educación ofrece una oportunidad importante para dotar de mayor protección a las escuelas y las universidades durante conflictos armados. Los gobiernos y los donantes deberían abordar en esta Cumbre sus compromisos y promesas para: a) poner fin a los ataques contra la educación y al uso militar de las escuelas y las universidades, b) respaldar y aplicar la Declaración sobre Escuelas Seguras y c) priorizar y financiar programas para proteger las escuelas y las universidades durante conflictos armados. 

Para transformar la educación debemos proteger la educación. La próxima Cumbre puede servir para recordar a la comunidad internacional que las escuelas y universidades seguras son el eje de los sistemas educativos inclusivos y equitativos. Ese es justamente el siguiente paso que se debe dar. Para avanzar, todos debemos intensificar nuestro llamamiento a un mayor respaldo de la Declaración sobre Escuelas Seguras y a que los países participantes redoblen sus esfuerzos para llevar esos compromisos a la práctica.

 

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