Las ciudades son uno de los factores que más contribuyen al cambio climático. De acuerdo con ONU-Habitat, las ciudades consumen el 78% de la energía mundial y producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, abarcan menos del 2% de la superficie de la Tierra.

La enorme cantidad de personas que dependen de los combustibles fósiles, hace que la población urbana sea altamente vulnerable a los efectos del cambio climático. Una menor cantidad de espacios verdes empeora el problema. De acuerdo con un informe del IPCC, la limitación del calentamiento global a 1,5 grados centígrados requeriría «una transición rápida y de gran alcance relativa al uso de la energía, la tierra, los espacios urbanos e infraestructuras (incluidos los medios de transporte y edificios) y los sistemas industriales».

A ello se le suma el reto mencionado en otro informe de la ONU, que prevé que en 2050 habrá 2,5 mil millones de personas más residiendo en áreas urbanas, de las cuales casi el 90% vivirán en ciudades de Asia y África. La buena noticia es que muchas ciudades de todo el mundo ya han empezado a tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y están adoptando políticas para fomentar el uso de fuentes de energías alternativas. Sin embargo, será necesario incrementar los esfuerzos llevados a cabo por las personas encargadas de la adopción de políticas y los administradores por abordar el cambio climático para poder seguir el vertiginoso ritmo de crecimiento de la población y del cambio climático.

El cambio climático afecta en mayor medida a las comunidades pobres y con bajos ingresos, en parte porque muchas de ellas viven al margen de la sociedad, en estructuras poco estables y en áreas más susceptibles a las inundaciones, desprendimiento de tierras o terremotos, pero también porque cuentan con capacidades y recursos poco adecuados y un acceso reducido a sistemas de respuesta de emergencia. Esta situación se ve agravada en los países en desarrollo.

Para abordar el problema del cambio climático en las ciudades, ONU-Habitat, el PNUMA, el Banco Mundial y la Alianza de Ciudades establecieron el "Programa de Trabajo Conjunto"  con el fin de prestar apoyo a las ciudades de países en desarrollo en la implementación de consideraciones medio ambientales en la creación de políticas urbanas.

En Jamaica , la Iniciativa Ciudades y Cambio Climático (ICCC) de ONU-Habitat contribuyó a que muchas personas comprendieran que la planificación «es una herramienta a largo plazo para tener unas ciudades compatibles con el clima». El programa, mediante alianzas con activistas y administradores locales, han promovido la comunicación dentro de la comunidad para que los residentes reciban información sobre las actividades de resiliencia climática.

La contaminación, principalmente identificada como una consecuencia dentro de los paisajes urbanos, también está vinculada al cambio climático. Tanto el cambio climático como la contaminación del aire se ven empeorados por la combustión de combustibles fósiles, que incrementa las emisiones de CO2. Estos gases son la causa del calentamiento global. 

En octubre de 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó en un informe que el 93% de los niños y niñas del mundo respiran aire contaminado  cada día. De acuerdo con este informe, 1,8 mil millones de niños y niñas respiran un aire tan contaminado que su salud y desarrollo se ven en grave peligro. La OMS calcula que, 600 000 niños y niñas murieron en 2016 por infecciones respiratorias agudas provocadas por la contaminación del aire. El informe destaca que «más del 40% de la población mundial (que incluye a mil millones de niños y niñas de menos de 15 años) está expuesto a altos niveles de contaminación del aire en sus hogares, provenientes principalmente de cocinar con combustibles y tecnologías contaminantes». En países en desarrollo, las mujeres normalmente dependen de combustibles de biomasa y carbón para cocinar y calentar, por lo que tanto ellas como sus hijos tienen un mayor riesgo de verse afectados por los efectos de los contaminantes en los hogares.

La OMS recomienda y respalda la implementación de políticas para reducir la contaminación del aire, que incluyen una mejora en la gestión de los residuos y el uso de combustibles y tecnologías limpias para cocinar, iluminar y calentar los hogares con el fin de mejorar la calidad del aire dentro de las casas.

La reducción de los gases de efecto invernadero y de la contaminación es uno de los objetivos del programa «Comparte la carretera »  del PNUMA, que fomenta que las personas caminen y utilicen la bicicleta. La agencia ha implementado un galardonado programa para compartir bicicletas en Hangzhou, China, que se inició para proporcionar medios de transporte público pero que terminó aliviando la congestión del tráfico y mejorando de manera drástica la calidad del aire. Rob de Jong, jefe del Departamento de Movilidad y Calidad del Aire del PNUMA, ha afirmado que «Hangzhou es un claro ejemplo de cómo las ciudades pueden introducir iniciativas como el uso compartido de bicicletas para animar a las personas a dejar de usar los coches y reducir la contaminación del aire». Junto a la OMS y la Coalición Clima y Aire Limpio, el PNUMA participa en la campaña «Breathe Life», que ayuda a movilizar a las ciudades y anima a los individuos a proteger el planeta de los efectos de la contaminación del aire.